Capítulo 2

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"There's a monster under my bed"

Aquella noche, rodeado de la oscuridad de sus pensamientos, se despertó agitado. Sabía que el crimen había sucedido en su dormitorio y dormir allí le daba escalofríos, así que decidió que ese mismo día cambiaría por completo los muebles.

Gotas de sudor caían por sus mejillas. Se quedó mirando al techo, viendo cómo las sombras proyectadas por los objetos de su alrededor se difuminaban. Se levantó tocando el suelo helado con la planta de sus pies y se dirigió a la cocina.

No encendió la luz, porque por alguna razón se encontraba más cómodo en la oscuridad. Sacó la cafetera mientras miraba por la ventana cómo algún que otro coche circulaba por la solitaria carretera. Cuando el café estuvo listo, se fue al sofá, y encendió la televisión, esperando encontrar algo entretenido, ya que sabía que esa noche no iba a dormir más.

Como todavía le sobraba tiempo y en la televisión resultó no haber nada interesante, decidió ir al salón en busca de su ordenador. Al pasar por delante de la ventana las cortinas empezaron a moverse al compás de la brisa nocturna que circulaba por cada calle de la ciudad. Se acercó a la ventana y la cerró.

La extraña sensación de ser observado lo acompañó el camino de vuelta desde el salón hasta el sofá. Como ya tenía el ordenador, decidió teclear algunas palabras sin sentido mientras no pensaba en nada. Entonces, una idea se le pasó por la cabeza. Decidió buscar a la víctima del asesinato. Cuando iba a teclear su nombre se dio cuenta de que no lo sabía, en el periódico no lo nombraban siquiera. Necesitaba información. Daniel decidió probar suerte con " Asesinato, calle Marte 10 de febrero".

Después de varias entradas que no revelaban nada de lo que no supiera ya, entró en un periódico donde explicaba algo nuevo.

"Se tomó al novio como principal sospechoso, pero que no tenían suficientes pruebas y no pudieron acusarle. Le acabaron declarando culpable por su repentina desaparición antes del juicio. Actualmente está en busca y captura."

La chica cuyo nombre seguía siendo un misterio. La única información que logró encontrar fue que trabajaba en una pequeña tienda de música en esa misma calle. El dueño era un tal Mario, y ellos eran buenos amigos. Esa noche se habían ido de fiesta y, al llegar a casa, la policía supuso que el novio se enfureció y la acabó asesinando.

Mientras revisaba los periódicos se dio cuenta de que no se mencionaba ni el nombre de la víctima, ni el del asesino, ni la causa de la muerte. Echó la cabeza hacia atrás, y se frotó los ojos, cansados de mirar con tanta intensidad la pantalla de su ordenador. Al abrirlos de nuevo, vio la luz de la mañana entar a través de su ventana, débilmente parada por sus cortinas. Decidió levantarse y darse una ducha rápida, mientras pensaba y sacaba sus propias conclusiones del caso. Al salir se vistió rápidamente y salió. No podía permanecer más tiempo en ese apartamento que, aunque era bastante grande, le sofocaba.

Chuches de SandíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora