Capítulo 3

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"Come meet my monsters"

Caminaba por las calles bajo la tenue luz del sol. No había mucha gente, pero aun así prefirió dirigirse a las afueras. En el norte de la ciudad había más almacenes y las tiendas más grandes estaban ahí también, además de que eran mucho más baratas que las del centro, además al ser un mes de vacaciones y verano, había bastantes ofertas. Entró en una tienda que le llamó la atención, pero estaba bastante más cara de lo que se imaginaba. Encontró la cama perfecta y la encargada, bastante amable, le ayudó a elegir una alfombra. En su habitación había una mancha redonda que seguramente sería de una antigua que alguien que vivía anteriormente a él quitó. Daniel pagó y concretó con la encargada que le enviarían los muebles a su casa esa misma tarde. Sin prisa, salió de la tienda y empezó a caminar con las manos en los bolsillos.

Aunque era de día, no había mucha gente por las calles. No tenía demasiada prisa, así que cambió de rumbo y fue por una calle desierta, llena de grandes almacenes que formaban un largo camino de sombra. De pronto vio algo moverse. Se frotó los ojos, ya que le seguían lagrimeando a causa de pasarse toda la noche consultando el ordenador y era bastante probable que se lo hubiera imaginado. Aun así se quedó parado en ese mismo lugar, mirando a su alrededor a la espera del más mínimo indicio de movimiento. A su izquierda había un callejón casi completamente oscuro...

Y entonces la vio. No lo estaba imaginando. Había alguien y parecía la delicada figura de una mujer de espaldas. Él se acercó a ella a un paso acelerado.

Le sonaba de algo, pero no la conocia, ¿Verdad ? Estaba realmente confundido y agotado, así que la mujer, caminando, se alejaba sin darse cuenta. Daniel se paró a recuperar el aire. Exhausto, levantó la mirada. Su pelo negro caía en suaves ondas hasta un poco más por debajo de su cuello. Llevaba un sencillo vestido blanco que cubría sus delgadas piernas por completo. Sus sandalias se asomaban por debajo, mostrando simplemente las puntas de sus dedos. Una pamela de paja algo desgastado completaba su look veraniego, que indicaba perfectamente en la estación en la que se encontraban. Daniel volvió en sí y siguió corriendo hacia ella.

-¡Espera un momento! ¡Espera!

Ella parecía no oírlo y continuó su camino. Él siguió sus pasos, sin saber bien por qué hasta que por fin estuvo lo suficientemente cerca. Alargó su mano hasta tocar su hombro.

-Espera...Un minuto...- Dijo con la poca voz que le quedaba.

La mujer, sobresaltada por por la voz del chico, se giró y se agachó hacia Daniel, que se encontraba de rodillas en el suelo.

-¿Te encuentras bien?- Daniel asintió, mirando al suelo mientras recuperaba aire.

La mujer sonrió y Daniel levantó la cabeza.Tenía cerca de su edad. Estaba demasiado blanca, pálida incluso.Si no fuera imposible, pensaría que era un fantasma. Él la miró detenidamente y se levantó.

-Te conozco...

La mujer sonrió y negó con la cabeza. Él, avergonzado, agachó la suya mientras se disculpaba. La mujer no le dio importancia y siguió sonriendo. Su cara era perfecta y bien estructurada, mejor visto, parecÍa un ángel.

-Soy Elena encantada. ¿Tú eres...?- Dijo mientras le tendía la mano.

-Daniel, Daniel Marquina.- agarró la pequeña mano de la mujer con la suya.

La joven sonrió y luego se giró hacia el final del callejón, una mirada solitaria y triste se pudo apreciar en sus ojos.

Chuches de SandíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora