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Recuerdos que atormentan.

Espero sentada pacientemente en una silla del aeropuerto internacional de Madrid la llegada de mi querida prima, Carla Rosón. Mi vuelo aterrizó hace 20 min aproximadamente, por lo que mi querida prima lleva 20 min de retraso.

Fantástico.

A mi lado un niño le patalea a su madre, haciendo que con su berrinche mi linda maleta quede en el piso y que escuche un sonido de algo quebrandose. Si el mocoso rompió alguno de mis perfumes de Channel, de aquí su madre no sale con el bolsillo completo.

Justo cuando voy a armar mi escándalo, una chicha rubia se detiene frente a mi. Alzó la mirada y mis orbes azules chocan contra unos esmeralda. Su perfecta ceja se alza y me tiende la mano para tirar de mi.

En sus brazos encuentro esa calidez del amor maternal que mi madre nunca supo como darme. Al separarnos, me ve con una ancha sonrisa que a pesar de todo no llega a sus ojos.

─¿Cómo estuvo tu vuelo, Cass? ─me pregunta con su marcado acento español en su voz.

─Nada del otro mundo Carla. Ya deberíamos marcharnos. ─ es todo lo que le digo colocandome mis lentes de sol y alzando una ceja ante su perpleja expresión ─ ¿Pasa algo? Necesito que me cuentes todo acerca del asunto. No tenemos todo el día, primita. ¿We are going? .

Agarro el asa de mi maleta y camino hacia la salida del aeropuerto, segundos después siento los tacones de Carla hacer lo mismo. En pocos segundos se coloca a mi lado y ambas salimos del lugar. Nos montamos en el coche de la familia y en seguida el chófer se pone en marcha hacia la mansión Rosón-Caleruega.

Durante el camino me concentró en revisar mis redes sociales e ignorar los intentos fallidos de la rubia por iniciar una conversación conmigo. Llega el momento en el que entiende mi indiferencia y toda su atención va hacia la ventana.

Al llegar, bajo del auto cuando el chófer me abre la puerta, le regaló una pequeña sonrisa de labios cerrados y subo los escalones hacia la entrada de la enorme mansion donde la empleada se apresura a abrir la puerta para ambas. Le agradezco y paso al interior del lugar donde mis tíos me esperan. Mi tía, la Marquesa Caleruega, Beatriz Caleruega y su esposo, Teodoro Rosón, padre de Carla. Nunca he sentido aprecio hacia este último y el sentimiento es mutuo por lo que no me preocupo en ser cariñosa con semejante escoria.

─Oh, pero que preciosa estas cariño ─dice mi tía abriendo sis brazos y acunandome en ellos luego. Le regreso el afecto por algunos segundos antes de separarme de ella y ver a su marido.

─Tío ─le saludo con un seco asentimiento que el imita poco después.

─Cassidy.

─Debes estar muy cansada cariño, el viaje fue muy largo ─ comenta mi tía guiandome hacia las escaleras las cuales subimos mientras dejamos a ambos Rosón fuera de nuestra conversación.

─Lo fue, querida tía. Aunque mi amada Liverpol es mi hogar, no puedo negar mis raíces españolas ─ porque lastimosamente inglesa no soy. Española de nacimiento pero inglesa de aptitud.

─Cuéntame cariño, ¿Cómo esta tu madre y hermano? ─me pregunta apretando levemente mi hombro al nombrar a mi hermano menor quien es el vivo retrato de mi fallecido padre.

─Están ambos en perfectas condiciones. Mi madre como ya sabes es dueña de la sede de vinos de Inglaterra y eso la mantiene ocupada. Siempre trata de enseñarle a mi hermano todo sobre el legado de padre ─ y solo con esa respuesta ya tengo a la marquesa mayor en mis mayos. Ya sólo me faltan dos.

Llegamos a la que será mi habitación y nos despedimos, ella me observa con nostalgia y se el porque. Soy el vivo retraso de su fallecido hermano en version femenina y verme, es como tener un pequeño recuerdo de él. Algo que la reconforta supongo.

Entro y cierro detrás de mí con pestillo. Ni loca dejo la puerta abierta sabiendo de las dos serpientes que rondan cerca. Me acerco a mi maleta y saco una bata para dormir translúcida. Quito mi ropa y camino desnudo al baño donde preparo la bañera con algunos perfumes y espuma de baño. Vuelvo dentro del cuarto y saco del pequeño frizer una botella de vino. Junto con una copa me la llevo directo al baño donde acomodo todo antes de ingresar en esta y poder relajarme un rato.

Mientras sirvo el vino y bebo, pienso en todo lo que ocurrirá desde que pise en dos días Las Encinas. Debo ser astuta si pienso salir con vida de este juego de poder. Se que tanto Carla como su padre están detrás de todo lo malo que pasa en ese lugar, junto a un tal Leopoldo Benavent. Debo saber moverme antes de que me tomen por sorpresa.

Bebo otro sorbo del delicioso vino y vuelvo a pensar en el asesino con nombre pero sin rostro en mi mente.

Leopoldo Benavent.

Yo se como hundir a los Rosón. Y yo sé que lo haré. Así me tome más tiempo del pensado pero no me iré de España sin haberlo echo.

Sin haber hundido a la familia que mató a mi padre.

mellark-

Saving Star [Elite]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora