Era un día como cualquier otro y mi abuelo y yo, íbamos a bajar a cazar. Bajé porque quería aprender a cazar, fui el único que accedió a esta idea, los demás se quedaron con sus madres en la cueva.
Mi abuelo es un gran cazador y quiero ser como él.
Comenzamos a bajar, no muy rápido porque el suelo estaba congelado, nos costó mucho llegar a abajo pero lo conseguimos. Tras descansar un poco vimos una aldea y supimos que ahí había comida, ¿que podría salir mal?
Llegamos a la aldea y vimos donde se hospedaban los animales e hicimos un plan para ir.
El plan era que yo me escondía entre las altas hierbas mientras le observaba, dicho así, yo me escondí en las hierbas y el continuó con lo suyo.Narra El abuelo
Mi nieto accedió a cazar conmigo, cosa rara porque nunca quiso hacerlo, le daban pena los pobres animales, es un blando pero yo le quiero tal y como es.
Decidido, me acerqué al recinto.
Había ovejas, vacas y gallinas.Todas en el mismo recinto,
Que festín les daría a mi familia esta noche -dije para mí mismo-.
Elegí cual sería el más fácil de cazar y elegí a un cordero que parecía tener pocos meses de vida.
Pero todo se complicó cuando se dieron cuenta de que yo estaba ahí, se pusieron nerviosos, y se quedaron en la esquina del recinto. No veía a la cría, la había perdido, nervioso intenté escapar pero no podía, el suelo del recinto estaba húmedo y resbaladizo. No podía llamar a mi nieto, pues sería peor.