veinte

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El día llega. Es mediados de marzo y la primavera ha empezado. Aunque los días aún siguen siendo fríos, no es impedimento para que Sehee fuera en búsqueda de Taehyung el primer fin de semana tras empezar la primavera.  

Tiembla.

En todo el camino al lago tiembla, pero se calma al ver a Taehyung esperándole en el paradero. Siente alivio, pero también terror.

¿Quién era ese hombre?

Baja nerviosa del bus mientras él le sonríe triste, como si supiera lo que ella pensaba. Sehee se coloca frente a él y mira a su alrededor. Nadie le mira. Sehee piensa: ¿Cuando le abrazo... Es que abrazo a la nada?  Así que no le abraza, no quiere confirmar con la mirada de los otros que Taehyung no es real, que solo está en su mente, pero cuando toca su mano nota que él es cálido y su piel se siente tan real.

Taehyung es tan real...

No ha escuchado su voz en los segundos que lleva ahí, así que cuando alza su rostro para enfrentarlo Taehyung le está mirando con los ojos brillosos.

—¿Sucede algo?

—Perdón por lo de la última vez...

Suelta Sehee y Taehyung presiona su mano con fuerza. Puede sentir el calor que emana esa presión.

—No tienes qué disculparte, entiendo que te hayas enojado. ¿Vamos al árbol?

Sehee asiente y solo se deja llevar. El abrigo ligero que usa cubre su mano y la mano de Taehyung, así que parece como si nadie le estuviera tomando, por eso sabe que no llama la atención. Por eso comprende porque ellos dos siempre están alejados de las personas, porque Taehyung ni siquiera la lleva a la tiendita del lago.

Comprende todo.

Taehyung no es real.

Y le duele.

Le duele que sea así y también le duele saber que está mal de la cabeza.

Cierra los ojos cuando ambos se sientan en el pasto. Recuesta su cabeza en el hombro de Taehyung y las lágrimas quieren aparecer, más no llora. No quiere llorar.

—¿Lo sabes ya, no es así?

La voz de Taehyung es gruesa. Sehee hunde su rostro en el cuello de Taehyung, negándose a responder. Taehyung acaricia su cabello. —¿Sehee?

—No me hagas esto, Taehyung.

Le pide. No quiere hablar del tema. Aún si le cueste aceptar que tiene alucinaciones, es feliz si lo ve. Estará bien si lo sigue viendo.

—Sehee, debemos hablar de esto.

—No quiero— Se queja y huele en Taehyung. Sigue oliendo a flores, tal como olía su habitación en Daegu. Es él, está segura, solo que está muerto. Tal vez ella podía ver fantasmas y no es una alucinación, pero ¿Los fantasmas crecen? Taehyung en casi los once meses que se han visto, ha cambiado. Ya no tiene el cabello chillón, ahora es negro como la noche, sus facciones son un poco más maduras. Él ha cambiado un poco.

—Tenemos que hablarlo, Sehee.

Taehyung le toma de los hombros. Sehee tiene los ojos inyectados de sangre. No quiere. Se rehúsa a oír de la propia boca del hombre que ama la verdad.

—Taehyung por favor...

Suplica, pero Taehyung no cambia de opinión. 

—Es por esto que nunca pude responder ciertas preguntas, Sehee... yo quisiera que no fuera así, pero mi situación no puede cambiar.

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