Aquellas vidas salvadas

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Las lágrimas se deslizaban por las regordetas mejillas del menor mientras sus pequeñas manos cubrían con fuerza sus oídos y sus ojos perdidos en sus más grandes obras de arte, veía sus dibujos en la pequeña pared del armario intentando distraerse repitiendo una y otra vez las historias que estaban plasmadas ahí.

El detestaba los lugares oscuros y pequeños, pero era mejor que estar fuera, su mamá le había prometido ir al parque como regalo por su cumpleaños número seis, pero cuando vio a su padre llegar temprano supo que debía encerrarse en su armario y fingir que no existía a menos de que le llamaran.

Su pequeño cuerpo brincaba cada que los gritos alcanzaban un nuevo nivel, seguro sus vecinos llamarían pronto a la policía, pero nunca servía de nada, aunque la llegada de los oficiales calmaban las cosas su madre jamás admitía nada, muchas veces los policías sobre todo la dulce mujer de ojos azules había intentado hablar con él, pero sus padres nunca la dejaban, ambos le lanzaban aquella aterradora mirada qué sabía le iría muy mal.

Por eso le gustaba más su tía que siempre le brindaba confort, ella era todo lo que sus padres no eran, él amaba las pijamadas con su tía, había dulces, paseos, mucha comida y silencio, nunca era despertado por los golpes ni los gritos y por eso la extrañaba pues tenía tiempo que no la veía, sin embargo, recordaba su última plática con mucho cuidado, le había entregado un bonito celular y le había explicado como ocupado, le había dicho que la llamara cada que necesitará ayuda y qué presionara el botón que decía “grabar” cada que sus papás pelearan. Eso había sido hace 16 días y ya tenía 16 grabaciones.

Pero esta vez era diferente, ese día en la escuela habían ido policías a su clase, les habían enseñado qué es lo que debían hacer sí veían un delito o alguien extraño se acercaba a ellos, pero fue una de sus compañeras la que le dio una revelación.

-si veo a dos personas peleando en la calle ¿Puedo llamarlos?

-Por supuesto.

Entonces si él marcaba podrían hablar con él y él les podría decir todo ¿Verdad?

Con valor marcó a emergencias y entre hipidos pidió ayuda, apenas un par de minutos después el silencio llegó.

-Quédate justo donde estás cariño, ya casi llegan -  Le dijo la mujer en el teléfono, pero ese silencio no era normal, debía escucharse un portazo seguido del llanto de su madre y entonces él podría salir, esta vez no se oía nada, abrazando con fuerza a su peluche favorito de Hulk salió de su cuarto y bajó las escaleras sin poder detener el temblor en su cuerpo.

Observo a sus padres en el suelo, observo la sangre junto a ellos y la ventana con dos agujeros y sólo puro llorar, por que por fin los monstruos se habían ido, para siempre. 

PROYECTO INSIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora