Juntando pedazos

695 47 3
                                    

Kagome POV

Frente a mí se encontraba de nuevo la alianza ninja, mientras que junto y tras de mí se encontraban el resto de los Uchiha.

- ¡Kagome! – escuché el grito de Itachi haciendo que Madara apretara más su agarre para recordarme que ahora yo estaba con él.

- Ya sabéis lo que tenéis que hacer – Fue lo único que dijo Madara.

Después de esa simple frase Shisui, Madara, Fugaku, Obito y dos Uchihas más se pusieron en círculo dejándome al centro junto con otro hombre. Después de eso  una barrera se creó alrededor de nosotros y seguidamente los que formaban el círculo hicieron varios sellos haciendo que una luz blanca me rodeara, dificultándome la respiración.

Poco a poco sentí como algo salía de mí y como cada vez me sentía más débil y cansada, me sentía a punto de perder el conocimiento, cada vez tenía la visión más borrosa hasta quedar totalmente en negro. Lo último que sentí fue un gran poder junto a mí a la vez que me sentía caer.

-.-.- “Sueño” -.-.-

- ¿Dónde estoy? – pregunté a nadie en concreto sintiendo escalofríos por la baja temperatura.

- Nos vemos de nuevo pequeña sacerdotisa – me dijo una misteriosa voz la cual me era muy familiar. - Creo que ya sabes dónde estamos, la última vez que nos vimos te salvaste por poco, solo por no pedir el deseo que debías.

- No, otra vez no – susurré sabiendo ya la respuesta.

- Es hora de sentir la soledad, el frio, la culpa, la desesperación y el temor que deberías sentir todos los días y que tú intentas evadir, aquella soledad que intentas disimular, la culpa que escondes bajo tus sonrisas, es hora de que des tu vida por los pecados que has cometido, por el dolor que has causado. Si no hubieses nacido todos estarían vivos, tus hermanos serían felices, Sango tendría su familia al completo. ¿Aún piensas que mereces vivir?

- ¡Cállate! – exclamé acurrucada en el frío suelo mientras las barreras que había erguido durante toda mi vida se derrumbaban al saber que todo lo que decía era verdad haciendo que finalmente me acabara de romper y empezara a llorar.

- Eres una muñeca rota, una muñeca que nadie querrá, eres reemplazable, nunca has servido para nada. Solo traerás dolor y angustia a quienes te rodean. – volvió a decir junto a una risa que me causó más escalofríos.

“Ya no quiero vivir, ¿para qué vivir si solo sirvo para traer infelicidad?” – Estos fueron los pensamientos que se me pasaban por la cabeza – “Nadie me necesita, todos estarán mejor si me voy, estoy mejor muerta”

Cada vez me sentía más débil y con más frio, ¿Cómo podía eso ser si sabía a ciencia cierta que mi cuerpo no se encontraba aquí? Sentía como mi poder salía de mi cuerpo, me lo merecía, era lo mejor ya que eso significaba que quedaba poco para mi muerte.

Pero de pronto ya no sentía más frio, una calidez me rodeó, haciendo que me sintiera aceptada y querida. Eso debía de ser una ilusión, yo no tenía que sentir esos sentimientos, yo no debía tener esos sentimientos.  Ese manto cálido hacía que mis lágrimas se secaran y junto a esa calidez escuché una suave y familiar voz, una voz que me decía “Vive, vive por los dos y se feliz”. Esa suave y familiar voz era la voz de Shisui.

Ante esto me sorprendí, ¿Cómo que vivir por los dos? ¡Él era el quien tenía que vivir por los dos, él era quien tenía que proteger a mis hermanos y a Kakashi de sí mismo! Aún que me resistí podía sentir como poco a poco tenía más energía, sentí como poco a poco la vitalidad y calidez volvía a mi cuerpo dejándome saber que mi primo dio su vida por mí.

Después de eso yo no sé cuánto tiempo pasó, sé que podría parecer que soy una egoísta que aun sabiendo que mi primo dio su vida por la mía no quiera despertar.

-.-.-.-.-.-.-.-

Me sentía pesada, no podía mover los brazos ni las piernas y me costaba abrir los ojos. Poco a poco los conseguí abrir, lo primero que vi fue una habitación muy blanca “hospital” es lo primero que me vino a la mente, seguidamente vi a una persona de espaldas, esa persona tenía el pelo rosa, por lo que estaba segura de que se trataba de Sakura y de que me encontraba finalmente en casa.

- Sa-sakura – digo con la garganta seca y una rasposa voz haciendo que se gire asustada.

- ¡Kagome! Por fin estás despierta – exclamó contenta a la vez que me ayuda a incorporarme ligeramente – Cuidado, ve un poco más despacio, aún estás algo débil – dice con una sonrisa sorprendiéndome por su amabilidad.

- ¿Qué ha pasado? – digo después de tomar un trago del agua que me había ofrecido.

- Bueno pues,… - dijo no sabiendo cómo empezar – Ya ha pasado casi un mes desde que Sasuke y Naruto derrotaron a Kaguya. Obito dio su vida por Kakashi y Shisui…Shisui dio su vida por ti. A parte de eso solo puedo decirte que ya solo quedáis tus hermanos y tú en el clan Uchiha y que fue gracias a ti que derrotaron a Kaguya, fue gracias a que tu consciente o inconscientemente les diste gran parte de tu poder. – Me explicó algo tensa y nerviosa pese a su sonrisa.

- Entiendo – dije sin más.

- V-voy a buscar a todos para decirles que ya estas despierta. – Dijo saliendo apresuradamente de la habitación.

Sin esperar a que llegaran me levanté, me costaba mucho pero poco a poco lo conseguí. Sin perder  más tiempo me dirigí hacia el baño, quería verme, quería ver porque cada vez que me miraba Sakura se ponía tan nerviosa ¿Es que tenía alguna horrible cicatriz en mi rostro? La verdad es que de ser así no me importaría, me lo merecía.

Reuniendo todo mi valor me posé frente al espejo y lentamente levanté mi rostro para así mirar fijamente a mi reflejo. Al verme me sorprendí, el rostro que veía no es el que esperaba, yo me esperaba ver con alguna cicatriz pero no me esperaba ver como un par de ojos de color negro me devolvían la mirada. Tampoco esperaba ver la frialdad y blancura de mi rostro, dejándome ver como una muñeca, evocándome así recuerdos de cuando ese ser me dijo que era una muñeca rota. Al fin lo veía, efectivamente estaba rota y mi aspecto sin emociones era el de una tétrica muñeca la cual nadie querría.

Escuché como la puerta se abría, pude reconocer las voces de mis hermanos, la de Naruto, Shippo, Sakura y Kakashi. Escuchaba sus voces preocupadas por no saber dónde me encontraba. Finalmente alguien se dio cuenta de donde me encontraba. Mirando aun fijamente al espejo ve como tras de mí se encontraba Kakashi, sin decirme nada, solo viéndome mediante el espejo me abrazó, me abrazó con todas sus fuerzas para después girarme para quedar cara a cara y seguir con ese abrazo.

Sentí como poco a poco todos se acercaron, pese a verme los ojos de color diferente veo que no se sorprenden, seguramente Sakura les habría avisado de este “pequeño” cambio. Sin hacer caso a nuestros espectadores Kakashi levanta mi rostro para así acariciarlo suavemente, viendo el brillo en sus ojos me siento peor sabiendo que le había hecho sufrir.

- Soy una muñeca rota Kakashi, no merezco tu amabilidad, tu amor. – dije mientras él apoyó su frente  en la mía.

- Rota o no yo siempre te amaré. – Dijo cerrando brevemente los ojos – Y te juro que cueste lo que cueste juntaré esos pedazos hasta finalmente arreglarte. – finalizó besándome.

¿Fin?

Muchas gracias a todos por vuestro apoyo a esta historia. Espero que podáis disfrutar también de la proxima historia que publicaré: Dueña de mis lagrimas.

¡Hermana! es la primera parte de esta “saga” de historias. Así que una vez que acabe con el resto de historias que tengo iniciados publicaré la segunda parte que se llamará: Juntando pedazos igual que el último capítulo de la primera parte.

¡Hermana!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora