Proemio

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La comida ya se encontraba hecha, su casa estaba impecable y sus deberes de la escuela también estaban listos y descansaban en una de sus libretas dentro de su mochila.

Gulf se encontraba en el comedor y sostenía con cariño un pequeño regalo al cual le daba miradas de amor cada cierto tiempo. Si era sincero, se sentía nervioso, bastante a decir verdad, porque lo que contenía aquella pequeña caja de cartón con una decoración de colores pastel cambiaría su vida y la de su pareja para siempre, pasó horas buscando la caja e incluso su contenido. Se había esforzado tanto y esperaba en cierta forma con ansia a que su esposo llegara de la reunión a la que lo habían citado sus padres.

Los minutos pasaban de manera lenta, era tan desesperante que no pudo evitar levantarse y rodear la mesa un par de veces hasta que el sonido de la puerta llegó a sus oídos. En ese instante parecía que el nerviosismo y preocupación que sintió durante toda la mañana no hubiera existido y lo único que importaba era la persona que entraba por la puerta.

Aún si no debía correr para evitar accidentes, la emoción fue tan grande que no le importó y cuando vio a Mew saltó a sus brazos.

El alfa parecía sorprendido de ser recibido con tanta alegría más no disgustado, lo alzó de manera en que Gulf sólo tenía que inclinar un poco su cabeza hacia abajo para poder besarlo.

-Hola, Boo. -La voz del menor era suave y baja, no por ello menos feliz, sus ojos brillaban y una dulce sonrisa adornaba sus labios.

-Hola, Bii, ¿qué es este recibimiento?, ¿tanto me extrañaste?

La voz del alfa también era suave y una sonrisa suave se posó en sus labios, más no alcanzaba a iluminar sus ojos de la misma manera en que sucedía con el omega. Ante las palabas dichas por el mayor, Gulf se sonrojó levemente y asintió desviando la mirada.

-Boo, tengo algo que decirte pero primero comamos, ¿sí?

Mew asintió, bajó al omega y sólo lo soltó en cuanto se aseguró que ya estaba sobre sus dos pies y no corría el riesgo de caer. No dijo ninguna otra palabra y dejó que el omega lo guiase al comedor, se sentó en el lugar de siempre y, mientras que Gulf iba por la comida, una caja en la mesa llamó su atención.

Era pequeña y cuadrada, de colores pastel como si se tratase de un algodón de azúcar y en la tapa había un pequeño moño hecho con listón. Estaba por levantarse de la silla e ir a abrirla cuando Gulf llegó.

-Espero que te guste.

El omega dejó los platos y los dos comieron en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos los cuales no distaban mucho de ser parecidos ya que tenían el mismo sentimiento, sin embargo, éste venía por distintas razones. Por un lado, Gulf se encontraba nervioso de nuevo por aquel regalo que le daría a su alfa, por otro, Mew se encontraba nervioso por aquello que le diría al omega.

La comida acabó y los dos hablaron al mismo tiempo.

-Mew.

-Gulf tengo algo que decirte.

El omega pudo notar la seriedad en la voz del alfa así que dejó que éste hablará primero.

-¿Qué sucede?

-Creo que sería bueno darnos un tiempo.

El mundo de Gulf se paralizó al escuchar al alfa diciendo aquello.

-¿Qué?

-Yo creo que estoy comenzando a sentir algo por otra persona.

La respiración del omega se cortó al escuchar al alfa diciendo aquello y aguantando las ganas de llorar tomó un respiro antes de volver a hablar.

-Entiendo... Iré a empacar mis cosas.

Gulf se levantó de la mesa con lentitud e iba a alejarse más la mano de Mew se lo impidió.

-Espera... ¿Qué ibas a decirme tú?

Gulf regresó su mirada a la caja de colores pastel y luego volvió a ver a Mew.

-Ya no es nada importante, con permiso.

El omega tomó la caja entre sus manos antes de partir en dirección a la habitación, ya estando allí, cerró la puerta con seguro y antes de ponerse a arreglar sus cosas, tomó su teléfono. Esperó a que le contestaran y entre lágrimas habló:

-Mild... Por favor... Ven por mí.

Hold Me TightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora