Capítulo dos: Al fin te encontré

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Mew no había esperado en absoluto terminar así. Ese día había comenzado al igual que los otros, con él abrazado a la cintura de su Bii antes de despertar y después de hacerlo olfatear su cuello llevándose la misma desilusión que hace un par de semanas atrás. El dulce aroma de su omega había cambiado pero quería que Gulf lo explicara por sí mismo. Sin embargo, esa explicación ya no la tendría.

Mew sinceramente no esperaba que ese día se volviese tan fatídico después de ir a comer con su familia y su madre le presentara a Art. Recuerda que en cuanto vio al pequeño y adorable omega se sintió atraído, no por su belleza, sino por el aroma que desprendía, olía a cereza y miel, el mismo aroma que antes sentía en su omega.

—Cariño, déjame te presento a Art.

—Es un placer conocerte, alfa Mew.

Su voz era suave más no era tan atractiva para él como la de Gulf, sin embargo, todo él lo pasó por alto a causa de aquel aroma tan conocido y deseable por lo que terminó sonriéndole al otro de manera inconsciente.

—El placer es todo mío.

E incluso cometió la osadía de besar el dorso de la mano del otro, su madre a su lado sonrió complacida y Mew no pudo sentirse más feliz. Desde hace tiempo que no veía una sonrisa en los labios de la mujer.

Los tres comieron en el comedor de su casa y su madre habló de varias cosas con Art, a ratos lo halagaba y lo hacía hablar de sí mismo haciendo que el alfa se interesara de apoco en esa persona. Había estado tan ido en solo observar al omega que al salir de su casa y conducir al pequeño departamento que compartía con Gulf se sintió tan confundido. Él no tendría que haber hecho nada de lo que hizo en esa cena y aun así lo hizo.

Su corazón se sentía pesado por la culpa que sentía, tanto así que duró un par de minutos parado en frente de la puerta de su propio departamento, pensando acerca de si debía entrar o no, al final lo terminó haciendo y poco después de haber acomodado los zapatos que se quitó, su dulce bii llegó a su encuentro saltando a sus brazos. Aquella efusividad por parte del omega lo tomó por sorpresa pero no fue capaz de alejarlo incluso si el aroma del otro había cambiado y se había fusionado con otro un poco más acido. Mucho menos tenía corazón para rechazar los suaves labios del omega sobre los propios ya que su bii lo miraba con tanta adoración y anhelo que no quería romper su corazón.

No aún.

Mew dejó que el omega lo guiase al comedor y a pesar de verse tentado a descubrir lo que había en la caja encima de la mesa, no pudo acercarse porque Gulf llegó con la comida en sus manos, los dos comieron y tras haberlo pensado todo el rato que pasaron en silencio, decidió que no podía ser injusto con el omega.

Le dijo que tenían que darse un tiempo y fue sincero con la razón de su petición. A decir verdad, no esperaba que ver como se extinguía la luz enamoradiza y llena de esperanza en los ojos de Gulf le doliese tanto. Tuvo que luchar consigo mismo para no ir tras el omega y exigirle que abriera la puerta de la habitación para poder consolarlo, al igual que tuvo que luchar contra su instinto primario de alfa en cuanto vio a Mild abrazando a su... No, al omega.

Se quedó parado, observando como el otro alfa se hacía cargo de sacar las cosas de Gulf del departamento y no hizo absolutamente nada cuando Mild lo vio con decepción. Simplemente se quedó en el umbral de su hogar y no reaccionó sino hasta muy tarde, cuando la luna estaba en todo su apogeo y lloraba por su decisión apresurada y estúpida.

El lobo dentro de él desde ese día empezó una huelga que se extendió durante una semana entera y se detuvo justo en el momento en que rechazó el toque de Art en su brazo en una cena en la casa de sus padres porque había algo extraño en él. Ese aroma atrayente se desvanecía dando paso a otro completamente inaguantable para él.

Hold Me TightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora