Luna etérea, día 22 (madrugada)
Sylvain se escabulló de la habitación de esa chica y fue directo a sus aposentos. Se conocía a la perfección las rutas que tomaban los guardias de Garreg Mach... Aunque no le hacía falta. No había ningún problema con que le pillasen merodeando de madrugada, al fin y al cabo era un noble de la casa Gautier, pero él prefería que lo viera cuanta menos gente mejor cuando se trataba de salir a escondidas de una habitación que no era la suya. Si la voz corría demasiado, su siguiente ligue a lo mejor no ocurriría hasta dentro de semanas o incluso meses.
Para Sylvain, ligar siempre había sido fácil, solo tenía que fijarse en lo que más podría llamar la atención de su siguiente objetivo. Con los años había aprendido que las jovencitas de Faerghus se volvían locas por él por ser de la familia Gautier. A las que provenían de tierras de la alianza podía impresionarlas con sus habilidades con la lanza o incluso practicando un poco con ellas. Y con las pocas chicas del imperio que había logrado echarles el guante, fue gracias a que les dijo que él había heredado el emblema de su familia y no su hermano Miklan, aunque esta táctica no siempre funcionaba. De hecho, probablemente le había traído más problemas que noches en caliente.
—Tengo que encontrar un nuevo gancho que sea atractivo para las chicas de las tierras del Imperio de Adrestia, si la estrategia de fardar de mi emblema vuelve a fallar, estaré totalmente solo.
Cuando vivía en las tierras del Reino de Faerghus, no había ningún problema si se metía en problemas por ir de flor en flor, Ingrid siempre le acababa salvando el pellejo y eso era algo que Sylvain empezaba a echar de menos. Al llegar a Garreg Mach no pudo evitar fijarse en la cantidad de chicas guapas que había en la casa de las Águilas Negras. Y no solo las alumnas, Sylvain no pudo evitar decirle que sí a la profesora Byleth a la mínima ocasión que esta le propuso unirse a la casa del Imperio.
Al llegar a su habitación, preparó sus enseres para las clases de la siguiente semana. Ya había cogido el hábito de acabar en algún dormitorio que no era el suyo después de un duro domingo de batallas contra bandidos, piratas, duscurianos o bestias demoníacas. La semana que se avecinaba era especial: el baile. Esa noche la pasaría en grande, no le haría falta ninguna excusa para acercarse a cualquier moza que se paseara por la sala.
—Mercedes... Marianne... Hilda... Anette... Será divertido ver como baila Petra, a lo mejor nos sorprende con algún baile de su tierra natal.
Pero todas estas no tenían ni punto de comparación con la chica a la que le tenía puesto el ojo Sylvain desde el día del torneo de la Garza Blanca. A decir verdad, se lo había puesto en ella cuando la vio llegar al monasterio el primer día... A ella y a todas las demás.
Sylvain tenía apenas tres días para lograr que aquel baile llevara a algo más y ya estaba amaneciendo.
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El ambiente en el monasterio ya era prácticamente festivo y eso alteraba ligeramente las clases. En el aula de las Águilas Negras había opiniones muy variadas sobre el baile. Caspar estaba entusiasmado para mostrar sus dotes de bailarín. Linhardt lo veía como una pérdida de tiempo. Bernadetta solo quería que no se dieran cuenta de que se había escondido en su cuarto y el objetivo de Ferdinand era demostrar que bailaba mejor que Edelgard.
—Bien clase, esta semana es corta así que mañana haremos varias horas prácticas en el patio de armas‒dijo la profesora Byleth—. No quiero que os durmáis en los laureles solo porque vienen fiestas, espero que os lo toméis en serio.
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La noche del baile
FanfictionEn el monasterio de Garreg Mach, los alumnos de la academia de oficiales esperan impacientes la noche del baile. Estos jóvenes saben que pasaran una noche inolvidable... solo si encuentran una buena pareja.