PRÓLOGO

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3 de Julio, 2016


Era una de las noches más cálidas de primavera y el cielo iluminaba todo a mi paso.

Pero, no lo suficiente.

Corría desesperadamente por el estacionamiento. Ni siquiera sé en qué momento tuve la oportunidad de bajar de su coche.

Estábamos en el medio de la nada, no sabía si estaba cerca o lejos del hotel.

No sabía si tendría la oportunidad de salvarme.

La adrenalina corría por todo mi cuerpo, realmente siempre me agradó esa sensación, pero no en ese momento y definitivamente, no es esa situacion.

Traté de girar para observar sobre mi hombro pero tropecé y pude sentir un ardor recorriendo algunas partes de mi cuerpo debido al roce con el asfalto. Sin detenerme a pensarlo, me levanté y seguí corriendo. No me atreví a voltear para ver si aún seguía detrás de mí.

Estaba decidida a detenerme a descansar y ver mis raspaduras cuando lo escuché.

- ¿Porqué corres? No te haré daño.

Sin dudarlo seguí corriendo hasta que mis pies me jugaron una mala pasada haciéndome caer nuevamente.

Sentí que había algo raro en mi muslo derecho y, al apoyar mi mano pude sentir un líquido espeso, sangre, sin duda. Había pedazos de vidrio esparcidos por todas partes ¿De dónde habían salido? Intenté levantarme, pero cuando lo logré, sentí que alguien estaba a escasos centímetros de mi cuerpo.

Mierda.

Era él.

Ya era tarde.

No podía seguir huyendo.

Las Sombras del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora