“Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete,
Y haz las obras que hiciste al principio;
Si no, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar,
Si no te arrepientes”
Apocalipsis 2:5
Eran las 6:15 am, Athol Dangond se encontraba en frente de la entrada de la Academia Siegfried, sus razones de cambiar bruscamente de escuela en su último año de preparatoria eran confusas, ni siquiera él mismo entendía el por qué. No era por sus padres, mucho menos por cuenta propia. Seguía preguntándose "¿Por qué?" mentalmente, hasta que es interrumpido por una chica rubia, vestida de forma elegante y casi de su tamaño.
— Tú debes ser Dangond Athol ¿Me equivoco?
— Así me llamo, me acabo de transferir aquí.
— Soy consciente de eso, me llamo Sarah Mitchell, soy la subdirectora de esta Academia, yo te daré un pequeño recorrido por los alrededores y luego te llevaré a tu salón de clases. ¿Te parece?
Athol asiente, Sarah le hace un gesto para que la siga y se encaminan al campus.
La Academia Siegdried es muy conocida en el país, la mayoría de las personas importantes como políticos, ingenieros e incluso artistas han pasado por aquí. En el campus central se puede apreciar una fuente con una estatua de una mujer derramando el agua de un recipiente, algo muy típico en los tiempos modernos. A los costados del campus están los edificios con salones de clases, en la entrada de cada edificio se especifica que salones se encuentran en la estructura, Sarah señala a la izquierda.
— Este es el edificio donde estudiarás, en la clase 5-B.
Antes de poder decir algo, la subdirectora empieza a caminar hacia los edificios que se encuentran un poco alejados de donde ambos estaban. En el camino a Athol se le ocurre preguntar una que otra cosa sobre sus actividades escolares, pero la cara seria de la chica rubia lo intimidaba y decidió mantenerse callado.
La entrada de los dormitorios estaba detallada con un gran arco hecho de lo que parecía ser cemento, había unas 5 filas de dormitorios cada una podía abarcar a 200 estudiantes.
— Estos edificios son los dormitorios, aquí es donde vas a vivir mientras estudies aquí, tu número de habitación es la 343. Ah, y no pudimos encontrar un compañero de habitación, por lo tanto estas solo. Aquí termina nuestro detallado recorrido por las instalaciones, ¿alguna duda?
— Bueno...— Enseguida la chica lo interrumpe.
— Perfecto, tus clases empiezan a las 7:20 no vayas a faltar o me van a culpar a mí, me retiro. Oh y estas son las llaves de tu habitación.
Entregándole una llave que tiene grabada los números "343" la chica se va alejando de Athol, quien se queda pensando en lo que acaba de pasar.
"¿Cuál es su problema?" se pregunta a sí mismo. Decide no darle importancia y se dirige a su habitación. Se encuentra parado enfrente de su nueva habitación y abre la puerta, un cuarto normal de un estudiante cualquiera: un baño, cocina y una litera. Dejando su equipaje en la cama inferior se prepara para su primer día de clases.
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Ya eran las 7:10 cuando Athol sale de su habitación, se había quedado dormido.
— Llegar tarde el primer día de clase, un cliché clásico— Decía entre dientes.
Corrió todo lo que pudo, pensaba que con 10 minutos era suficiente, pero no era así, los dormitorios estaban considerablemente lejos de los salones de clases.
Entro al edificio que aquella mujer rubia le había señalado y busco rápidamente el salón 5-B.
— ¡Lamento la demora!
Su profesor, Matou Johnnes lo observó con una cara de decepción.
— Empezamos hace unos 5 minutos, tiene suerte señor Dangond, se la dejare pasar porque es su primer día, pero por favor no se retrase más...
— No se preocupe no volverá a pasar.
— Eso espero... Bueno clase, él es Athol Dangond, será su compañero a partir de ahora, llévense bien con él.
Athol sólo se limitó a sonreír tímidamente, mientras sus compañeros lo observaban con una que otra sonrisa en sus rostros.
— Bueno, hay un asiento desocupado al lado de la ventana, detrás de la señorita Gwain.
Athol asiente y se dirige a su pupitre, pero antes de llegar a su destino Gwain, quien se encontraba distraída mirando la ventana se voltea a verlo.
El ambiente cambió, mirando a los ojos de aquella chica Athol se había perdido, era una sensación un poco familiar, al menos para él.
— ¿Ocurre algo?— Matou lo trae de vuelta a la realidad.
— ¿Uh? Ehm... No, nada profesor...
Y así Athol se sienta en su silla, la chica por su parte vuelve a ver la ventana.
Para ella, fue solo un encuentro casual, pero para él fue mucho más que eso, esta chica le interesaba de cierto modo. No, no era simple interés, se había enamorado.
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Geha inne Ungeist
Fantasía7 es el número de la suerte ¿verdad? No, eso no es cierto, para nada cierto, sólo falta escuchar la historia del niño que asesinó para conseguir poder... El poder de la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la avaricia, el orgullo y el poder de la p...