Prólogo

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En el Olimpo estaban todos los dioses reunidos decidiendo que iba a pasar con el futuro de la humanidad.

Se miraban entre sí intentando elegir cuál era la opción correcta. No era secreto para ninguno de los dioses, pues vivían en el Olimpo, que la gran bestia se desataría y atacarían a los habitantes de Jonia. Eso estaba previsto y la única alternativa que tenía Zeus era crear a un semi-dios para que luchará con esta bestia llamada "Cerbero" y salvar a sus más fieles creyentes.

- Dejemos que la gran bestia termine con su existencia, así pagaran todo el daño que le han hecho al mundo - decía el dios de la guerra, conocido por su "indiferencia" a la vida de la humanidad.

- Yo concuerdo con Ares - dijo Hefesto, el dios del fuego.

- No podemos dejar que la gran bestia acabe con ellos, no sería justo, ellos nos brindan tributos, además ¿qué sería un dios sin ayudar a sus fieles creyentes?- dijo la sabia Atenea.

- Crearemos un ser capaz de vencer a la gran bestia -impuso Zeus, el Olimpo calló al escuchar la estruendosa voz del rey de los dioses- Afrodita se encargará de crearla. - dijo Zeus ante de salir del salón.

                         ***

Después de que el rey de los dioses saliera, Afrodita comenzó a crear aquella criatura. "La haré más hermosa que ningúna otra criatura, con habilidades que solo los dioses poseen" pensó la diosa, y tal como dijo así lo hizo.

Había nacido una bella niña, los dioses la contemplaban con detenimiento, analizando cada una de sus cualidades; pelinegra, sus cabellos tan negros como la tela de seda que su creadora usaba, labios rojos como la sangre carmesí que corría por su cuerpo, naríz fina, tez clara, ojos color marrón tan intensos que podían adivinar que pensabas, sin duda era una creación de los dioses. "Es hermosa" pensó Apolo, adorando la belleza de la salvadora de los humanos.

- ¿Cómo se llamará? Podría ser Selene como la diosa Lunar.

- En su rostro está grabada la bondad, se llamará Adara.

         ***

Allí en el valle de Andorra vivía la semidiosa, sola y sin dicha de tener compañía. Algunas veces su madre Afrodita iba a visitarla pero para Adara no era igual, pasaba la mayoría del tiempo en el valle Andorra, caminando en el bosque, observando a los humanos con una pizca de envidia en su mirada.

Los años pasaban y Adara había aprendido a luchar con el gran Ares, luchaba con bestias en el campo, con hombres que invadían su morada, hasta con el propio dios en forma de humano.

AdaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora