Capitulo III

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En la historia de los dioses nunca vieran cambiado el destino de algún mortal, era claro que ningún dios podía impedir lo que ha de suceder; solo el todo poderoso podía. La semidiosa sabía que si los dioses intervienen en un "asunto humano" (como ellos lo llamaban) solo tenía una razón y era porque estaban en graves problemas.

Cuando la diosa despertó sentía la mirada de Percy, sentía su escencia, oía su respiración un poco acelerada y quería creer que el dios Eros (cupido) no había alterado sus sentimientos más que una simple amistad.

***

Estaban sentados los dos semidioses escuchando la respiración del otro y el canto de los pajaritos que rondaban por el valle. La semidiosa sentía su cara palpitar, algo que por más retórico que se escuché lo estaba sintiendo muy literal, podía sentir el rose suave de sus manos contra las de ella, incluso podía apreciar el calor que emanaba de sus manos.

El semidios parecía estar disfrutando de aquella vista, pero lo más que disfrutaba era poder tenerla cerca, oler su aroma a flores, poder mirarla detenidamente la forma de su cara, de sus labios...

Desde que vio a Adara por primera vez había olvidado lo que la ninfa del lago Loren le había dicho "no te enamores sin haber terminado tu misión, no caigas en los encantos de aquella diosa". "Recuerda siempre estás palabras Percy: la razón va adelante que el corazón". Pero cuan difícil había sido cumplir ésa promesa, desde que la vió cuando su caballo estaba sin control, era como si los segundos se convirtieran en siglos, pasaba lentos mirando aquellos hermosos e intensos ojos.

-¿Qué hace aquí afuera señor Percy? ¿No debería estar descansando?- dijo Adara tratando de esconder su nerviosismo.
- No deberías llamarme "señor" solo soy mayor por tres años, me podrías tutear. En cuanto a lo otro preferí disfrutar de las vistas - era clara la "sutil" indirecta, trataba de decirle hermosa de manera que no pensará en que era todo un conquistador (aunque era cierto).
- Tomaré lo segundo como un halago al valle - "creo que entendió" pensó Percy - totalmente de acuerdo. ¿Le han dicho los dioses algo sobre su misión?
- Querrás decir nuestra misión- dijo el semidios, haciendo énfasis en la palabra "nuestra" - según sé tendremos que viajar al pueblo vecino mañana.

Adara se encargaba de dirigirle miradas interrogativas, e intentado adivinar que rondaban por su cabeza. Había aprendido que los ojos son la puerta del alma; su madre la diosa Venus, se encargó de enseñarle aquello. Podía saber cómo te sentías solo con mirarte a los ojos, podía incluso reconocer a los dioses en forma humana solo con una mirada.
- Me lo ha dicho Minerva, bueno más bien, envío un mensajero del Olimpo para que me entere de sus planes.

*Flash back*

Admiraba cada detalle del hogar de Adara, por alguna razón sentía que ese era su hogar (quizás solo era obra del dios de los viajeros, Hermes). Le recordaba a la casa donde había vivido desde que fue consedido por los dioses, Percy no tuvo la dicha de vivir en el Olimpo unos cuantos años como Adara, a él no le permitían ir al Olimpo a menos que fuera una emergencia o que el dios de los dioses (Zeus) se lo permitiera.

Dejó de pensar en el hecho de que no sabía quién de los dioses era su padre, solo sabía que era hijo de uno de los "grandes" y una humana que le servía a uno de los dioses (eso lo sabía porque había ido a una "divina", a quien los dioses maldijeron).

Entro a la ducha y podía sentir como su cuerpo le pedía a gritos que corriera agua por su piel, cuando lo hizo independientemente del dolor que sentían sus pies, sus hombros, todo su cuerpo se calmo al sentir agua  sobre su él. Siempre era lo mismo, si se sentía abrumado, cansado, o tenía alguna preocupación desaparecía cuando estaba bajo los dominios acuáticos.

La sensación de paz y seguridad lo embargo y fue sintiendo poco a poco como se adormecía. De pronto vio una mujer cabello marrón claro, ojos verdes, mirada calmada y en su rostro estaba clavada la sabiduría. No duró mucho en saber de quien se trataba.
- ¡Valiente Percy! Librador del mal en el pueblo junto a la hermosa Adara ¿Cómo estás?- dijo la diosa tan pronto como el semidios adivino quien era.
-  ¡Oh amada diosa Minerva! Estoy ansioso por la misión que he de realizar. Quisiera que me muestren los dioses el camino para llegar hasta Ítaca.
- Para eso estoy aquí héroe, que venció a "Las Ninis" y a Kraken. Mañana emprendan su camino a Pilos, allá encontrarán a un servidor de los dioses que le dirá que hacer. 

Y así fue como termino la conversación entre la diosa y Percy, éste sin terminar de hablar. Tenía muchas preguntas que los dioses debían responder pero más pronto tenía que salir de la ducha en busca de la hermosa Adara.

...🥳

Los quiere J.P.M (. ❛ ᴗ ❛.)

AdaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora