Tras haber estado más de dos horas charlando con mi madre, recibo una llamada de Lucy. Prefiero no cogerlo. Dos minutos después, recibo una llamada anónima.
— Tía, no me apetece hablar con nadie. Dejame en paz. —Digo justo después de descolgar el teléfono —Te llamo más tarde y...
— ¡Cloe, escúchame, debes ayudarme!
— ¿Alex? —digo convencida de que es su voz.
—Sí, soy yo. Ven cagando leches a mi casa, te mando la ubicación por Whatsapp, pero no le digas a nadie a donde vas y procura que nadie te vea salir de tu casa. —Le noto bastante preocupado, por no decir cagado de miedo, así que no pregunto y le hago caso.
—Cariño, ¿a dónde vas a estas horas?
—Mama... Esto... Voy a verme con Cassey en su casa, mañana tenemos un trabajo y con todo lo de Cristian se me ha olvidado que habíamos quedado.
La verdad es que me preocupa lo que pueda ocurrir. Hace una semana, mi mayor problema era no suspender matemáticas, y ahora... No lo sé. La verdad es que no es mi problema, si me mantengo alejada de Cristian, de Alex y de todo lo que les rodea, seguramente nunca sea mi problema. Pero no puedo mantenerme alejada de ellos, debo ayudarles. Además, siempre me he quejado de lo monótona que es mi vida. Un poco de emoción y drama tampoco me harán daño.
Cuando llego a casa de Alex, no noto nada extraño, pero aún asi no pico al timbre, si no que lo llamo por teléfono por si acaso.
—Estoy fuera. —Le digo casi susurrando. Cuando de repente se abre la puerta, es Cristian.
—¿Dónde está Alex? —pregunto en un tono seco y despreocupado.
—Entra.
—Te he hecho una pregunta. ¿Dónde está Alex?. —repito, esta vez un poco más furiosa.
—Por tú bien, entra en casa, luego te lo contaremos todo. Si no, me vas a obligar a ayudarte a entrar.
—¿Porque siempre tengo que acatar lo que dices? No eres mi padre, ¿sabes? —Le grito, cuando de repente lo veo bajar las escaleras del portal.
— ¡¿Que haces?! —Le grito dándole puñetazos en la espalda.
Efectivamente no mentía en lo de ayudarme a entrar. Me había cogido sobre su hombro, como si yo fuera un saco de patatas.
—Chaval, estás como una puta cabra. Primero me dejas plantada, te presentas tarde donde habíamos quedado lleno de heridas, me exiges que te lleve a mi casa, me llamas niñata pija, y ahora me coges en contra de mi voluntad. ¿Quién te crees que eres? —Digo una vez me deja en el suelo.
—No tengo tiempo de discusiones de parejita, ¿te parece que hablemos luego de todo eso bombón? —Me dice con una sonrisa que intenta ocultar, como si lo de antes no hubiera pasado.
—¿Bombón?, vete a incordiar a otra gilipollas. Si no fuera por Alex, no hubiera tenido que volver a verte, así que agradéceselo a él. Por tercera vez, ¿Donde coño está Alex? —esta vez se lo digo gritando del todo.
—Estoy aquí...—dice con voz temblorosa, saliendo de una habitación.
— ¡Dios mío! —digo abalanzándome sobre sus brazos.— Pensaba que te había ocurrido algo joder. —le susurro al oído mientras sigo entre sus brazos.
Aunque no conozca mucho a Alex, no se que haría si le ocurriera algo. Esta semana ha sido mi mayor apoyo, y la verdad es que estoy cogiéndole mucho cariño, aunque no sé en qué dirección va a ir este sentimiento.

ESTÁS LEYENDO
La inercia de un te quiero
RomanceCloe es una adolescente adinerada, con buenas notas y bastante atractiva, con una vida fácil, hasta que Christian, el primo de un compañero de clase de Cloe, Alex, aparece en su vida. Pronto atravesará una serie de problemas, relacionados con la dro...