6 de diciembre, examen de matemáticas, nervios a flor de piel.
—¡Cloeeee! —escucho que me gritan antes de entrar en el aula donde realizar el global.
—Mucha suerte, seguro que te va fenomenal, sobre todo concéntrate.
Es Álex, un chico de mi clase bastante guapo con el que nunca he hablado.
—Gracias...Supongo —digo. Aunque Me resulta extraño, no le doy importancia y entro a clase.Al salir del aula, estoy hablando con Lucy, mi mejor amiga. Ella es una chica atractiva y segura de sí mismo. Tiene una personalidad arrolladora y está colada por Álex desde que prácticamente íbamos a la guardería.
—Me alegro de que a las dos nos haya ido bien el examen. — dice Lucy mientras mastica un trozo del pollo asqueroso que sirven en el colegio.Antes de poder contestar me doy cuenta de que en la mesa de enfrente, Álex me está mirando fijamente. Realmente nunca me había dado cuenta de lo bueno que estaba, seguramente porque hasta hoy no había intercambiado más de dos palabras con él y mira que llevamos años en la misma clase.
— Tía — dice Lucy. –¿ me estás escuchando?
— no, lo siento. Últimamente estoy muy distraída.
– Decía que Álex da una fiesta en su casa la semana que viene y vamos a ir – Dice con esa cara de corderito a la que no te puedes negar.
La verdad es que la idea no me desagrada, en fin, con todo lo que se viene este mes, una noche con amigos de fiesta no me vendría nada mal.El cumple de Lucia es el sábado, así que después de clase decido ir al centro a comprarle un regalo, total ya estudiado suficiente para el examen de mañana, con un repaso de una horita antes de dormir es suficiente.
Cojo el tren y me dirijo hacia el centro, pero al llegar no encuentro mi cartera.
–! No puede ser! – Grito ahogándome en mis propios lamentos.Cuando de repente se me acerca un chico de unos 18 años.
– Perdón, no he podido evitar escucharte. ¿Estás bien?– Lo siento, no me he presentado, soy Cristian.
Me quedo sin habla de lo apuesto que es.
Cristian es moreno, alto, de ojos azulados y grandes, y de mandíbula marcada. Parece un modelo sacado de la revista Calvin Klein.
– S... Sí, es que he perdido mi cartera– Consigo decir, tartamudeando.
– ¿Es esto? – Me dice tras unos segundos de silencio, mostrando mi supuesta cartera perdida.
–Sí, ¿Dónde estaba? – Digo, cogiendo mi cartera.
– Me la dió Álex a la entrada del tren de San Cugat. Un chico rubio, ojos azules... creo que es tu compañero de clase en el colegio Santa Mónica de Hipona.
–Sí, ya sé quién es Álex. –Digo interrumpiendo la descripción –lo que no entiendo, es el por qué no me la dado el mismo, o como has sabido que era yo, o si me has perseguido. De hecho, me han enseñado a no hablar con desconocidos, así que si no te importa, me voy. – No sé porque he dicho eso. Creo que sonado como una auténtica idiota.
– ¡Vaya! Qué simpática. Que tienes cinco añitos o qué, encima que te traigo en la cartera.
– tengo 15 para tu información.
– Yo 17, aunque el 31 es mi cumpleaños. – Me dice como si me tuviera que importar.
–Interesante. –Respondo sarcásticamente.
– Mira, te propongo algo. Si quieres vamos a tomar un café, y te resuelvo todas esas dudas.
Por un lado estoy deseando ir a tomar algo con Cristian, a pesar de que es un completo desconocido, pero por otro lado, recuerdo que aún no tengo regalo para Lucy.
– Muchas gracias por la oferta, de verdad, pero debo ir a hacer algunos recados. – Digo sonando más triste de lo que realmente estoy. No creo que se dé cuenta.
– Entonces... ¿No te importará que te acompañe, verdad? – Dice con su sonrisa perfecta.
– Está bien, pero si no me sirves de ayuda, te diré que te vayas. – Bromeo.
No sé qué me pasa con este chico, realmente no lo conozco y he accedido a que me acompañe. No sé en qué estoy pensando.Después de casi una hora buscando el regalo perfecto para Lucy y charlando con Cristian, he descubierto que a él se le da muchísimo mejor que a mí hacer regalos, y más sin conocer a la persona. También he descubierto muchas cosas sobre Cristian: vive en Francia, pero pasa aquí las vacaciones,Tiene una hermana pequeña que se llama Roxanne, Su padre es italiano... Pero lo más importante, es que ha resuelto mis dudas sobre lo ocurrido era una hora y media. Es primo segundo de Álex y se queda en su casa todas las Navidades y algunos veranos.Álex hoy tenía academia y no podía traerme la cartera, entonces le ha enseñado una foto a su primo y le ha mandado a dármela y al verme en la estación por casualidad, me ha seguido para devolvérmela.
– Ahora que ya no soy un desconocido, ¿te gustaría ir a tomar un café? – Me dice con una sonrisa de oreja a oreja.
– Lo siento, Cristian, pero se me ha hecho tarde. Debo coger el siguiente tren para llegar a la hora a mi casa.
– No creerás que te voy a dejar ir sola a tu casa después de esta velada tan romántica, ¡¿verdad?!– Bromea, enfatizando en la última palabra.
—Lo siento Romeo, pero si mi madre me ve llegar a casa contigo, me mata.– Sé de antemano que eso no es verdad, mi madre y yo nos lo explicamos todo sin tabús, pero no pienso decirle donde vivo a un tío que acabo de conocer.
Es atractivo y tal, pero ya he sido bastante idiota dejando que me acompañara, no la voy a cagar aún más.
— Dame tu número de teléfono al menos, ¿No?
– Eso te lo tendrás que ganar. – No entiendo por qué estoy siendo tan coqueta con el – cada martes voy a la plaza a sacar a mi perrita. Quizás este martes te podrías pasar.
Vale, es muy contradictorio lo que estoy haciendo. Pienso que no debería hablar así con desconocidos porque podría ser un asesino un violador, quién sabe. Incluso podría ser ambas cosas. Pero la verdad es que tengo curiosidad por conocer a este chico.
– Ojalá... – Dice dándome un beso en la mejilla.
Y con ese beso, me abro paso entre la multitud, sin poder dejar de pensar en su sonrisa, en su olor, en su aliento, en sus labios, en su cara, en su todo...
Dios, necesito volver a verlo.
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La inercia de un te quiero
RomanceCloe es una adolescente adinerada, con buenas notas y bastante atractiva, con una vida fácil, hasta que Christian, el primo de un compañero de clase de Cloe, Alex, aparece en su vida. Pronto atravesará una serie de problemas, relacionados con la dro...