Al día siguiente...
Después de aquella noche, el sol al fin había salido una vez más, se respiraba un aire puro tan relajante junto al sonido de la débil corriente que podría surgir del lago. Zoé y yo ya estábamos afuera y habíamos decidido desayunar, a pesar de lo ocurrido, Zoé no me trató de mala forma al contrario, sus diálogos eran normales como siempre solían ser y su trato igual de cariñoso pero tal vez con cierto límite.
Era ya de mediodía y ya era hora de que regresáramos nuevamente a la posada; decidimos en dejar la tienda de campaña en donde estaba, solamente tendríamos que explicar la dirección y ya.
Comenzamos a caminar.
—Anoche vi una estrella fugaz —dijo Zoé mirando el camino lleno de unas cuantas hojas y ramas mientras caminaba con cierto cuidado.
—¿En serio? Me imagino que debió de haber sido bonito poder haberla apreciado.
—Si... la vez anterior que vi una fue con mi padre, en sí él me enseñó muchísimas cosas sobre ese tema.
El padre de Zoé...
Nunca lo llegué a conocer como tal, lo que si sabía y también todo el grupo es que había muerto hace unos años atrás, cuando apenas estábamos en secundaria. Ella intentaba evitar casi siempre este tema.—Ya veo, lamento mucho lo de tu padre Zoé, fuera sido bueno haberlo conocido.
—Sí...
Miraba a Zoé y ésta tenía una cara un poco melancólica, así que decidí cambiar de tema para alejar todas esas malas vibras.
Habíamos llegado ya a las escaleras que llevaban a la posada, pero en éstas se encontraban Eleazar y Roxibel.
—¡Hey bro! Al fin te veo de nuevo, ¿Qué tal la pasaron? —nos saludó felizmente Eleazar.
—¡Ele! Digo lo mismo, pues todo estuvo bien —hice un saludo típico de nosotros con nuestras manos.
—Estuvo todo muy entretenido —añadió Zoé.
La pareja nos pidió la ubicación exacta dónde habíamos dejado la carpa, luego de unas cuantas palabras llenas de información pasamos a despedirnos, pues ya estaban preparados para partir y solo nos estaban esperando.
Veíamos como se alejaban de nosotros, Zoé y yo empezamos a subir las escaleras hasta llegar al patio de la posada, llegamos a la puerta y la abrimos.
—¡Ya llegaron! —exaltó Amelie.
Amelie, Alexandra y Lewis estaban en la sala principal, ya estábamos adentro y ellos se acercaron para recibirnos con un saludo y un abrazo.
—Cuéntenme, ¿Qué tal les fue? —preguntó Alexandra.
—Pues muy bien la verdad, la noche estuvo muy estrellada, el lago, la luna —respondí.
—Todo estuvo bonito, los árboles, la presencia de todo, de paso vi una estrella fugaz. —agregó Zoé.
—¿Una estrella fugaz? No puede ser, me encantaría ver una —decía Amelie emotiva.
—Tienes que tener mucha suerte y paciencia Amelie, de paso tendrías que quedarte viendo el cielo a la espera de ver algo así —le informó el rubio.
Amelie le regaló un gesto de reproche y éste se rió.
—Lo importante es que lo pasaron bien, y eso me alegra —dijo Alexandra.
A partir de aquí seguimos hablando de lo que ellos habían hecho mientras nosotros no estábamos, Amelie nos contó sobre cómo le echó una cubeta de agua al pobre Lewis, tuvo que haber estado divertido.
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Calanjhur. Otoños de rojo
Mystery / ThrillerSteven, un chico que reside en el templado pueblo de Roselweng en Suiza, donde la tranquilidad y el buen vivir habitan en ella, solo será una máscara que oculta una serie de inescrutables homicidios y desapariciones en el lugar, convirtiendo mayorme...