Susurros Mortales: Capítulo 1

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He aquí finalmente la historia de Morgan, hermana de Decim y hija de seguramente el granjero más rico del Reino del Sur llamado José. Luego ya habéis conocido la historia de su padre con su madre y el hermano de Morgan llamado Decim, pero ahora que ya estamos a punto de acabar, es hora de enseñaros la historia de esta mujer.
Así pues nuestra historia también comienza en las afueras de la Gran Ciudad del Sur donde José, su mujer elfa y el hijo menor llamado Félix vivían. José era un padre un tanto rico gracias a sus negocios y que pudo proporcionar a su familia una casa elegante de madera refinada, luego su mujer era una elfa de la ciudad de Elaria que viajó del reino de los elfos hasta allí únicamente para abrir un mercado en la Gran Ciudad del Sur pero acabó enamorándose de José por el camino y finalmente se casaron, después estaba Félix que era el hijo menor de la familia y que era un santo barón siempre ayudando a su padre y también protegido por su hermanastra Morgan de la mirada feroz de los otros hijos de los granjeros, así pues finalmente estaba Morgan que era hija de José y su ex-mujer y que ella solo ayudaba a su madre en diferentes tareas de la casa al mismo tiempo que iba ella siempre a comprar en la ciudad cuando hacía falta, siempre evitando la mirada de su hermano Decim puesto que su padre odiaba tener alguna conexión con su ex-mujer.
Entonces todo comenzó en una noche tranquila, tras que toda la familia había ya terminado de cosechar en los campos y haber limpiado la casa, donde esta familia se sentó a cenar un buen gallinix asado en la mesa del comedor de su humilde casa. Así pues primero rezaron por Atlas, luego comieron y finalmente cada uno se fue a su habitación en el piso de arriba, algo bastante normal. Sin embargo esa noche no sería como las demás, puesto que mientras Morgan dormía un sueño raro la apareció, un sueño en el cual se encontraba en un lugar completamente oscuro y donde solo había un foco de luz, donde una mujer de pelo largo y ondulado con una túnica rasgada y una máscara de piedra sobre la cara se situaba.
-¿Quién eres? - preguntó Morgan a aquella mujer.
-No importa quien sea, ni cual es mi nombre ni mi origen, solo debes de saber que estoy aquí para guiarte puesto que eres la única que aparentemente puedes ayudarme - dijo aquella mujer con voz dulce y armoniosa.
-¿Ayudarte? ¿Cómo? ¿Por qué yo?
-No puedo decirte mucho más porque necesitamos actuar rápido antes de que el tiempo se acabe, por ahora levántate.
Entonces Morgan se despertó de un golpe y se dio cuenta de que la casa entera estaba en llamas. Así pues intentó salir por la puerta para avisar a los demás pero el fuego la impedía pasar, por lo tanto tuvo que salir por la ventana pero acabó cayéndose y quedando inconsciente en el suelo mientras todo alrededor suyo ardía pero curiosamente todo su cuerpo se enfriaba lentamente.
Unas horas después por la mañana Morgan se despertó, pero para su sorpresa todo estaba reducido a cenizas y unos goblins de piel blanca la llevaban atada a lo que parecía un pequeño barco volador sobre las cenizas. Así pues esos goblins la dejaron en un mástil y al darse cuenta de que estaba despierta estos sonrieron.
-Ajá, ¿lo ves Moscor? Te dije que estaba viva, mírala, incluso a abierto los ojos - dijo uno de los goblins mientras otro quitaba el pañuelo de la boca a Morgan.
-¿Qué diablos estáis haciendo? ¿Qué ha pasado aquí? - dijo Morgan intentando moverse pero la cuerda con la que estaba atada la impedía moverse.
-Oye calmate un poco, te hemos rescatado de las cenizas del incendio de ayer. Mejor dicho tuviste suerte de que nosotros íbamos por aquí para atacar algún barco y justo nos encontramos a ti mientras mirábamos entre los escombros.
-Mejor dicho nunca me hubiera esperado tener la suerte de que justamente todo el pueblo exterior de la ciudad se quemará en cuestión de una noche, hemos tenido realmente mucha suerte además de que Hex se pondrá muy contento al ver el regalo que le traemos - dijo otro de los goblins.
-De todas formas, demos media vuelta en dirección al desierto de sal chicos, el camino va a ser largo y tenemos que llegar allí con el botín a tiempo si no queremos ser engullidos por el gran devorador o incluso que nos pongan de cena para las doctoras.
Entonces todos los goblins se pusieron a ir de un lado hacia otro preparando el barco y en pocos minutos despegaron y se fueron en dirección a su destino volando por encima del océano.
Así pues Morgan pasó un largo viaje de un día sobre el barco sin a penas poder ver a donde iba hasta que finalmente aterrizaron en una playa completamente desierta y que más allá solo se veía sal y arena bajo el sol ardiente. Entonces los goblins al llegar cogieron a Morgan y unos cofres que llevaban y lo montaron sobre unas tortugas gigantes, del tamaño de dos personas juntas tanto de ancho como de largo, que esperaban allí en la orilla.
Luego caminaron durante una hora en el desierto, hasta que llegaron a una gran fosa de cinco niveles diferentes y que en las paredes parecía haber agujeros en piedra que servían como casas para sus habitantes. Así pues, los goblins dejaron a las tortugas antes de entrar en la fosa y luego empezaron a bajar por un túnel que conectaba con el resto de niveles, bajando por una rampa en espiral que se podía tanto subir como bajar, pero a Morgan la dejaron en el cuarto nivel encerrada en uno de los agujeros del túnel de conexión que servía de jaula. Entonces Morgan se quedó allí encerrada el resto del día, con a penas un plato de pan y un vaso de zumo de cactus mientras algunos goblins blancos subían y bajaban por el túnel observando con desprecio a Morgan que a penas estaba en camisón encerrada como un animal.

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