Yo También Lo Quiero

Cap. 5

Xichen llegó a su hogar después de una agradable velada con su pareja.

Subió a saludar a su padre, para luego ir a su habitación dispuesto a darse una ducha. 

Al recargarse en la puerta sintió un leve dolor en su espalda, sonrió al pensar en por qué su camisa ahora se sentía incómoda.

***

Xichen se encontraba sentado frente a un espejo, observando fijamente como Jiang Cheng secaba su cabello, quejándose en el proceso.

—No puede ser, debimos haber bajado hace mucho —paso la secadora por el cabello de Xichen, desesperado al ver que este seguía húmedo —¿Por qué rayos tu cabello no se seca?

Xichen no pudo evitar reírse ante la desesperación de su A-Cheng, el asunto de la ducha se pasó directamente a la cama tomándoles más tiempo de lo previsto.

—¿De qué carajos te ríes? No es gracioso —observó a su novio que no paraba de reír, no le veía nada de gracia el que su madre los regañaría por tal falta de puntualidad.

Xichen volteó tomando la cintura de su pareja obligándolo a sentarse en su regazo.

—Es gracioso, estás tan preocupado por secar mi cabello —pasó su mano por el fino cabello de Jiang Cheng —Que no te das cuenta de que el tuyo, hasta esta goteando.

—Yo puedo poner la excusa de que necesitaba refrescarme, pero tú ¿Qué le diré a mi madre si nos descubre? En todo caso esta sigue siendo mi casa, puedo bañarme cuando quiera.

—Mi querido Jiang Cheng —lo abrazó de la cintura, inhalando su deliciosa fragancia a lotos —No te preocupes tanto, cualquier pregunta que haga tu madre la responderemos juntos.

Jiang Cheng suspiro dejando la secadora sobre la mesa que se encontraba detrás de Xichen, con delicadeza pasó sus manos por la firme espalda de este.

—¿Cómo está tu espalda? —Xichen levantó su vista, sin entender la pregunta —¿Te duele mucho?

Observó su hermoso rostro tornarse de un tenue color rojo, lo cual lo hizo verse adorable.

—No duele, siento un poco de ardor, pero estaré bien —su sonrisa logró calmar un poco a su pareja.

—Lo siento.

No quería que se disculpara, de todas maneras no fue su culpa el que ese ardor estuviera presente.

—Descuida —junto sus frentes, sujetando con más fuerza su cintura, con voz delicada habló —El verte al borde del éxtasis, hace que el dolor valga la pena.

Un jadeo salió de la boca del menor, que abrió los ojos topándose con la ardiente mirada del otro.

—Eres un idiota —tenía que alejarse antes de caer en la tentación y perder más tiempo —Voltéate, aún falta peinarte.

Xichen decidió obedecerlo solo por esa vez, ya habían perdido demasiado tiempo.

Luego jugaría con su gatito gruñón.