Un Malentendido [ Sterek ]

Capítulo 3

Capítulo 3.

Una tarde donde Derek tuvo que viajar a la ciudad a arreglar unos papeles y regresaría dos días después; Stiles tuvo que quedarse con los conejitos y pasó lo que más temía.

Los demonios disfrazados, sacaron las garras. Stiles intentaba darles de comer por que ya era tarde pero los condenados no querían comer, cuando pasaba eso Derek los hacía comer y él no estaba.

Ya había pasado mucho tiempo, desde la mañana hasta ahora y Stiles temía que murieran porque no habían probado ni siquiera un mísero bocado de esas deliciosas zanahorias que él con tanto cariño les había dejado muy cerca de ellos para que comieran. Y aún faltaba un día más con ellos,  no los quería ver morir por más de que no le gustará para nada esos demonios. Aparte de que sabía que si Derek los encontraba muertos le iba a partir el corazón. Por nada del mundo quería eso.

Por eso cuando intento darles él mismo la comida,  Dori; como le había puesto Derek a la hembra aún no sabe el porque; lo mordió causando que pegará un grito que avergonzaria hasta su padre.

Cuando intento alejarla porque Dori no quería dejar de morderlo. Temo; el otro conejo que tampoco sabe porque el nombre además de que no le interesaba; se acercó y rasguño el brazo con el que trataba de alejarla. El dolor se estaba volviendo insoportable.

Tomo su tiempo pero logró alejarse de las bestias que tenía por mascotas. Ahora que no estaba Derek mostraban su verdadero ser. Ya había tenido está clases de accidentes con otro conejitos, por eso su costante malestar hacia ellos crecía poco a poco así él en verdad no lo quisiera.

Miro su mano y se dio cuenta de que sangraba no mucho pero lo hacia. Se levantó lentamente de donde estaba y fue a paso lento al baño sin dejar de mirar a los conejitos. 

Después de terminar con su curación, que le costó mucho realizar por el dolor; esas garras si que eran grandes. Solo dejó la comida de esos demonios y corrió a su cuarto a ponerse su pijama para dormir por fin. Ya no quería pensar más en ellos, si tenían hambre pues comerían si no pues que sufran como él con las heridas causadas por ellos. Bien, parecía que estaba haciendo berrinche pero era culpa de esos animales no de él.

Al día siguiente cuando se despertó se encontró a Derek jugando con esos demonios. Lo cual lo sorprendió porque se suponía que vendría al día siguiente pero no tuvo que preguntar nada ya que de seguro su cara reflejaba la interrogante por que el hombre lobo le explicó que todo salió bien y le entregaron los papeles rápido, por eso pudo venir hoy.

"Que suerte tener de suegro al sheriff...". dijo Derek soltando una carcajada aún entretenido con los conejitos.

Despues de eso solo desayuno tranquilamente, cuando terminó se dispuso a mirar a Derek mientras jugaba con ellos, le parecía desconcertante como alguien tan grande podía tratar con tanta delicadeza a tan malvadas bestias disfrazadas. Le agradecía muy en el fondo al hombre lobo por no obligarlo a jugar con ellos, siempre se conformaba que se sentará cerca y ya. Stiles trataba de ser amable con los conejitos cuando el hombre lobo estaba cerca, sabía que era algo hipócrita pero no podía hacer nada.

Viendo la hora se dio cuenta que ya era medio día. Quería ver a Scott, comunicarse por celular no era verdadera comunicación en realidad y el necesitaba hablar de muchas cosas; por eso se dio una ducha rápida y como despedida hacia Derek le dio un beso intenso que dejo a los dos sin aire, un muy buen hasta luego.

Salió y fue directo a la casa de Scott, quién le dijo por mensaje que ni bien llegaba entrará a su cuarto que las puertas estaban sin seguro. Y eso hizo.

"¡Scott, ya no aguanto!". Exclamó Stiles ni bien entro al cuarto.

"Ya me lo dijiste. No entiendo porque no le dices la verdad, que tienes miedo a esos conejos por lo que te paso cuando éramos unos niños tontos y fuimos a casar conejos al bosque, lo que no termino bien para ti, listo. No veo el problema con que se lo digas". Scott no entendía el drama que se estaba armando su mejor amigo. También estaba cansado de que cada que podía el castaño le escribía solo para decirle cuánto odiaba estar con esos animalitos.