Blue light

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Y me dice que está sola, y que se siente sola, pero no necesita a nadie, que estar sola es mejor que estar conmigo y mil mierdas más, me dice que extraña cómo me despeino el pelo y como nunca leo las notas que deja en el refrigerador.

—Lo sigo haciendo —dijo—. Sigo dejando notas. Y pensando en ti, pero dejo más notas de lo que pienso en ti, bah, es lo mismo. Te extraño.

Pero yo no respondo, dejo que los mensajes de texto sigan llegando. Soy macabro y cruel y mil mierdas más, pero a ella no le importa, dice que me quiere devuelta, que esa vez no lo decía en serio, aquello de que era un huevón repulsivo, tóxico, que me quiere vuelta, que se siente sola, que piensa en mí en la noche. Un conticinio asfixiante. Me dice que ya no piensa en cómo debería quererla, que se va a conformar con la manera en que sé, aunque no le guste, que el amor es SACRIFICIO.

Pero yo no respondo.

Y dejo que pasen los días y toco mi guitarra en el subterráneo, y mierda, me siento satisfecho, no contento, uno no podría con el olor a meado añejo entrándote por las fosas nasales, pero sí satisfecho. Y me siento cómodo, como si la inmundicia fuera una pieza largo tiempo buscada y se encajara casi perfectamente ahí donde están esas emociones desarraigadas. Hay un viejo cubierto con un abrigo de lunares, con barba canosa que se sienta y se come un pan de una bolsa de papel siempre que yo toco. A veces me dice que esa la conoce, que la puede cantar. A veces le digo que lo haga. Ahora se me queda mirando con sospecha y algo más.

—Mejor que no.

—Como quiera.

—¿Te has ido de casa?

No le digo que mi novia me echó, porque, si quisiera, podría volver y caerme en sus mil caras de víctima y en sus te amo, pero no sería por mí, yo no me importo, sería por ella, y sus "me siento sola, y te necesito, pero no quiero decírtelo, así que te digo que te vayas a la mierda esperando que no lo hagas".

—No.

Divago y mis dedos se mueven por las notas sin tocar nada en concreto. Me pregunta si mañana saldrá el sol. No le entiendo exactamente, así que le digo que sí, porque sonó bonito, porque un sí siempre es mejor que un no.

—Vale —dice—. Entonces me quedo aquí. 

La mujer lavadora descompuesta y el chico marrón mierdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora