Nuevo plan

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-¿Te encuentras bien? -preguntó Lest Karr por quinta vez.

Asentí ya irritada, mientras tomaba cinco ladrillos entre mis manos y los ponía en la parte trasera de un carruaje marrón.

A decir verdad, mentía. La cabeza no dejaba de dolerme y las ganas de vomitar aumentaban cada vez que me agachaba para levantar más ladrillos llenos de tierra. Trabajo forzado, apestaba. Los vampiros ya no eran necesitados para buscar mas humanos y vampiros, y llevarlos a la fuerza para pertenecer al Imperio demoniaco, por lo que ahora eramos tratados igual que los humanos. Formábamos parte del fondo de la pirámide social, si es que se podía llamar así. No había mucha ciencia, al fondo, humanos y vampiros, en el tope, demonios y el Primer Progenitor.

-Te ves muy mal.- me observó el tercero, levantando un par de ladrillos.

-Oh gracias Lest.- rodé los ojos.

-Sabes que no me refiero a eso.- suspiró.- Los estúpidos demonios apenas nos dan sangre.- murmuró más para sí mismo.- Y encima tú no puedes beber la sintética.- añadió, como si fuera lo único que faltara para empeorar la situación.

El Imperio se basaba en humanos malnutridos, hasta algunos en los huesos, y vampiros débiles, algunos a punto de convertirse en demonios por la falta de sangre.

-No más charla, trabajen.- siseó un demonio, pasando por nuestro lado y tirando una notable cantidad de ladrillos juntados del carruaje.

Un quejido de todos los vampiros resonó, aquello era un acto de maldad que significaba más trabajo para nosotros.

Sin fuerzas para enfrentarlo suspiré, dejándolo pasar. Como todo últimamente. Excepto una cosa. Mi trato con los demonios había finalizado, al parecer ellos tenían suficiente sangre mía, y yo ya sabía lo que debía hacer. Buscar a Yuu, extraerle su sangre y obligar a mi hermano a bebersela.

Durante las noches, trataba de estudiar el perímetro del Imperio, y a recordar porqué zonas habíamos realizado las misiones, y en cuales era probable que Yuu se encontrara.

Por otro lado, una preocupación más no dejaba de invadirnos. Humanos y vampiros seguían desapareciendo, y eso ya no podía ser ignorado. A los demonios les daba igual, pero estar a la noche vagando por el Imperio era firmar una sentencia de muerte.

Sentí de repente como mi estómago se retorcía y mi cuerpo se disponía a vomitar. Traté de doblarme con rapidez pero qué se supone que vomitara si después de todo no había bebido nada. Aún así mi estomago se negaba a detenerse, provocando que únicamente devolviera saliva después de días sin beber nada.

-Demonios Krul.- murmuró Lest preocupado, apartando mi cabello y frotando varias veces mi espalda. Estaba molesto, podía sentirlo. Como si pudiera oír sus engranajes mentales trabajando para buscar una solución. Nadie vendía sangre humana, únicamente se vendía la sintética e ilegalmente. Las raciones que los demonios nos daban eran escasas, cada tres días quizas. Inútil para nuestra supervivencia.- ¿Estás bien? ¿Te duele algo? -preguntó, viendo como parecía no querer vomitar nada más.

-Me siento mal.- murmuré cabizbaja, a sabiendas que sería estúpido seguir mintiendo.

-¿Qué te duele? -me observó, escaneando mi cuerpo para ver algún signo de enfermedad, o alguna de las tantas epidemias que se extendían por el Imperio.

-Todo.- solté.- la cabeza y el estómago en especial.- confesé cansada.- No quiero seguir con esto, Lest.

Pude oírlo tragar en seco mientras asentía y me abrazaba. Le correspondí como pude mientras inhalaba parte de su aroma, en un intento de tranquilizarme.

Alienados [KrulxLestKarr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora