Perritos

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Krul no tardó mucho en llegar al territorio demoniaco. Pudo sentir la mirada de aquellos que la habían visto durante su castigo, pero decidió ignorarlas. Tenía tiempo libre antes de tener que volver a su misión, por lo que aceptó la invitación de cierto demonio conocido.

La casa era enorme, demostrando las grandes diferencias entre las distintas clases que conformaban el Imperio.

Las puertas no tardaron en abrirse después de tocar un par de veces, apareciendo la figura de Akemi, el demonio que le había propuesto ayudarle a recuperar la memoria de su hermano.

-Oh, viniste.- sonrió ladeadamente, mostrando un par de colmillos afilados.

La más baja lo miró fijamente, inspeccionándolo. No le tenía confianza, y este trato parecía ocultar algo mucho más grande.

-Por favor, pasa.- se corrió de la puerta, dirigiéndose ambos hacia la sala de estar.

En aquel momento pudo darse cuenta que no se encontraban solos, varios demonios, entre los que se incluye Kaiser, estaban sentados hablando entretenidamente.

Cuando llegaron, el silencio reinó en el lugar. Krul pudo sentir como Kaiser, el vampiro con el que había luchado durante el entrenamiento, la fulminaba con la mirada.

-Y eso que les dije que actuasen con normalidad.- comentó rodando los ojos al ver como los demás permanecían sin moverse e inexpresivos.

-¿Qué hacen ellos aquí? -habló Krul con desconfianza, ni siquiera sabiendo la capacidad de fuerza de cada uno.

Kaiser suspiró mientras un demonio que desconocía se levantaba del sillón.

-Con Akemi acordaron darte información a cambio de que hagas algo por nosotros, ¿no?

La más baja asintió con seriedad, tratando de deducir qué podría ser y evitando pensar en lo peor.

-Bien, queremos que nos ayudes con unos experimentos.- intervino Kaiser, cruzando sus piernas con desinterés.

La más baja frunció el ceño.

-¿Qué clases de experimentos? -preguntó con cautela.

-Como verás, los humanos y vampiros no son los únicos que investigan.- sonrió con orgullo.- Nuestra raza evolucionó, pero hay un problema.- se detuvo, aunque no tardó otro en continuar.

-El alma del humano que poseemos comienza a apagarse a medida que pasa el tiempo.- Krul enarcó las cejas con asombro.- De esta forma, adquirimos el mismo aspecto físico que nos identifica y fue nuestro.

-Pero.- Akime interrumpió.- El humano se va apagando, y nuestra hambre crece.- terminó.- Investigamos que efectos posee la sangre vampírica en demonios a largo plazo.- la miró fijamente.- En pocas palabras, serás nuestro banco de sangre.- le sonrió de lado.

La pelirosa se alejó, todavía sorprendida. No tardó mucho en fruncir el ceño y negar con su cabeza.

-No.- contestó enmudeciendo al resto.- No puedo.- volvió a negar.- Tengo problemas para digerir la sangre sintética.- confesó sintiendose como una idiota.- No me daré el lujo de desperdiciarla para finalmente acabar como uno de ustedes.- soltó despectiva.

Kaiser apretó los puños, pero la mirada del más alto lo tranquilizó a regañadientes.

-¿Y qué tal si te damos sangre humana? ¿Te gustaría? -esto hizo que Krul quedase más confundida. ¿Por qué tanta insistencia? Sería demasiado bueno para ser verdad.

-En ese caso supongo que sí.- se limitó a decir.- ¿Pero por qué justo mi sangre? Pueden tomar la de cualquier otro, estoy segura de que aceptarían.

Alienados [KrulxLestKarr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora