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Pocas eran las personas de aquel pueblo Jibsan que visitaban el gran y hermoso museo de arte, por eso Kim TaeHyung se sorprendió al ver a un pequeño muchacho desconocido visitar el museo más de dos veces a la semana.

Sí, era cierto, aquel museo era uno de los más completos y hermosos que Kim TaeHyung había visto en corea y eso fue lo que lo hizo querer mudarse a aquel pequeño pueblo desconocido entre Busan y Ulsan.
Una pequeña playa con poco ciudadanos, muy poco conocida en realidad, tan poco que incluso hace unos pocos años seguía sin aparecer en los mapas de Corea del sur.

TaeHyung se sentía cómodo allí, la gente era amable y de mente increíblemente abierta para ser incluso más de la mitad de habitantes personas mayores de edad. Eran amables con las personas, no importa de quien se trate, hacían simplemente que el ambiente de Jibsan sea acogedor para todos, habitantes y turistas.

Jibsan es de esos pueblos en los que los adolescentes simplemente se aburren y prefieren escapar por la carretera hacia otro lugar más amplio y excitante para sus aventuras calientes de la adolescencias. Sobre territorios, Jibsan, no era realmente grande, tal vez siquiera sobrepasaba las cincuenta cuadras, o tal vez no. Era pequeño y con una bonita entrada de madera decorada con flores y árboles de distintas especies.
Tranquilo y acogedor, así lo definía TaeHyung. Porque cuando pisas las tierras de Jibsan automáticamente te sientes rodeado de paz, te sientes en casa, no importa quien seas el aura que Jibsan daba al mundo era precioso.

Kim TaeHyung, un joven artista del cual todos querían hablar. ¿por qué? Porque Kim derribaba estereotipos cuando sus trazos empezaban a pintar la tela de los lienzos. Mientras que otros artistas pintaban parejas en un ambiente de sexo, taehyung mostraba dos personas haciendo el amor. Porque mientras un hombre y una mujer de acuarelas se besaban, TaeHyung pintaba un mural sobre dos hombres que sostenían sus labios.

Kim TaeHyung llegó a Jibsan buscando tranquilidad, paz, y armonía. Por supuesto que la encontró, pero encontró también un hermoso museo del que se enamoraría inmediatamente. Porque cuando pisó los suelos de aquel pueblo que parecía congelado en los años setenta pensó que lo único que valía la pena el buen aura de sus personas y aquella fuente de un niño sosteniendo unas dalias en el medio de las calles de Jibsan.
Hasta que no muy lejos del de todo aquel aburrimiento encontró aquella entrada al estilo romano que lo llevó a entrar en la institución que luego se transformaría en el lugar donde pasaría sus tardes pintando arte.

TaeHyung pasaba sus tardes trazando pintura sobre sus lienzos, decorando paredes y hojas. Prestaba su vida a lo que en realidad lo emocionaba, el arte, simplemente, hacía que la euforia viajará por todo su cuerpo. Una felicidad que sinceramente ningún artista podría definir, pero que definitivamente todos sentían. Porque de alguna forma el vínculo entre los trazos y el artista se formaba solo.

Vante era el hijo que nadie quería, de una familia que tenía el dinero suficiente para deshacerse de él en cualquier momento que quisiera. Pero era su hijo, y la forma en la que todos veían a la familia Kim importaba más que otra cosa. Por eso no les importó mucho cuando TaeHyung quiso mudarse a un pueblucho que nadie conocía, incluso pagaron por construir una casa en la costa donde él pudiera quedarse y le mandaban dinero mensual. TaeHyung tiene veintidós años y una familia que simplemente lo quiere lejos, porque es el hijo que nunca terminó la universidad y el que, incluso si la hubiera terminado, no tenía camino por donde ir.

No le molestaba en absoluto que sus padres disimularan una mierda al echarlo de la casa, él solamente quería la paz que su anterior hogar nunca encontraría.

Volviendo al chiquito del museo, se veía simplemente pequeño y hermoso, TaeHyung podía decir que era más bajito que él y que aunque sus ropas se vieran grandes su cuerpo no era nada robusto y apenas si tenía una espalda ancha, que no tenía del todo. Era pequeño: bajito y pequeño, simplemente adorable. Su cabello era rubio y a distancia se veía suave y tierno ante el tacto. TaeHyung estaba conmovido, hace casi tres semanas aquel niño visitaba el museo, Kim solamente lo hacía dos veces por semana pero el rubio parecía hacerlo todos los días y era algo que lo tenía encantado

Lo observó por un tiempo, como si fuera la obra de arte más rústica que alguna vez sus ojos vieron, porque lo sentía así. Porque toda obra de arte que es digna de admirarse debe serlo.

El rubio sintió la mirada intensa que el artista daba sobre su espalda, su nuca ardía por ellos y no dudó en darse vuelta y buscar a quién hacía que su cuerpo se ponga inquieto con solo una mirada.
fue entonces cuando sus ojos se encontraron con los del rubio por primera y por la cabeza de TaeHyung pasaron miles de sentimientos en tan solo unos pocos minutos.

Sin darse cuenta, sin despegar su vista del contrario, el rubio empezó a caminar inconscientemente hacia él y en tan solo unos pasos ya estaba frente a él estirando su mano en un saludo.

—Park JiMin, ¿y tú, bonito?

—Kim TaeHyung.

—¿vienés mucho por aquí? Soy nuevo en Jibsan –rió, TaeHyung sintió que desaparecía al momento de escuchar la tierna risa y ver como aquellos ojos oscuros desparecían bajo la capa de piel de sus párpados, como sus mejillas de elevaban y se teñían con un sonrojo realmente lindo.

—vivo aquí hace en tiempo –Él no era alguien de muchas palabras, disfrutaba del silencio de la vida, nunca fue el tipo de persona que prefería hablar con otra cuando el silencio se formaba en el momento. Por lo que en realidad no sabía como seguirle la conversación a alguien.

—Es la primera vez que te veo en el museo –El chico se sentó a su lado, invadiendo su espacio personal pero lejos de sentirse incomodo, TaeHyung se sintió bien. Aquel rubio parecía solo querer seguir hablando con él.

—Vengo al menos dos veces a la semana –Quiso decir que él lo había visto más veces de las que se imaginaba pero pensó, y realmente, era extraño que alguien a quien acabas de conocer te diga de una forma tan lijera que te ha observado durante semanas.

—Es un lindo lugar, ¿no crees? Las pinturas son realmente arte –Taehyung quiso responder, pero un chico con un niño llegó hacia ellos.

—¡Park JiMin! Te hemos buscado toda la mañana –le gritó y siguió hablando pero ya no estaba prestando atención, ahora que veía bien al chico podía decir que era el nieto de la señora Min, y el pequeño su hermano. —. Joder TaeHyung que puto susto —Dijo cuando su mirada cayó en Kim.

TaeHyung solo sonrió y cuando ellos se despidieron de él también lo hizo.

En la noche no pudo dejar de pensar en los ojos oscuros de aquel chico rubio con una belleza increíble. Se sentía encantado.

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SIN        EDITAR
NADA DE NADA

D      O      L       Y

Ugu

hombre de arte • 𝐕𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora