⚫Cap. 14⚫

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-¿No te preocupa?

-Claro que me preocupa- murmuró encaminandose hacia la ventana, mirando por esta a los jóvenes que jugaban en el jardín -no tenía que haber huido, tenía que haberme quedado con él

-Si te hubieras quedado, estarías igual que él, o peor aún- el peliazul abrazó la cintura de la menor con delicadeza, y apoyó su cabeza en el hombro de esta -en todo caso la culpa es mía, si mi padre no hubiese ido...

-Ese hombre no merece que lo llames padre, un padre no hace lo que él hizo

-Si te hubiera pasado algo, créeme que me sentiría aun peor de lo que ya me siento

-Pero no me pasó nada, Lee- sus ojos azules se encontraron con los castaños del peliazul -y que esté bien es tu culpa, tu me arrastraste contigo

-Porque eres lo más importante de mi vida, y no quiero perderte- susurró contra su oído -tampoco a él... Echo de menos la sonrisa de ese pequeño niño revoltoso

-Eso fue hace unos años... Y quien sabe si volverá a ser igual, tal vez no tenga cura

-¿Y qué si no la tiene? Seguirá siendo él, y eso es lo que importa, señorita Yang- la menor lo miró seriamente

-Te dije millones de veces que no me llames así- dijo y el peliazul solo pudo reír

-Entonces deja de llamarme Lee

-Nope, gatito~

(...)

-¡Mira!

-¿Qué quieres que mire, princesa?

-Esa nube pareze un pato azul de alas verdes comiendo un algodón de azúcar de sabor a limón- dijo señalando a la nube, mientras sonreía con total inocencia, Minho río divertido

-¿Cómo puedes saber eso si la nube es blanca?- habló entre risas mientras acariciaba suavemente el cabello de la pelinegra, la cual se encontraba recostada en su pecho

-La nube se ha ofendido por tu estúpido comentario, imbécil

-Deberías dejar de ver videos en Youtube, creo yo

Ambos rieron suavemente bajo la atenta mirada de Woojin, quien se encontraba anotando cosas en su libreta, junto a Chan.

-Nuevo cambio de personalidad, intenta complementar las partes que faltan, las que ha perdido- susurró el mayor y miró al pelo blanco

-¿Cuánto crees que tardará?

-No lo puedo saber con exactitud, pero las otras no tardarán en desaparecer. Si todas se eliminan, lo entenderá todo

-Entiendo, pero... ¿Y si no?- preguntó Chan, pues aunque sabia que si, eso era lo que había que hacer, podría dar un resultado diferente al que ellos esperaban.

-Tal vez... Vuelva a crear otras, y volveremos a empezar

Por más que le daban vueltas, sabían que solo había una forma de solucionarlo, y era la que Woojin pensaba, sin lugar a dudas. El problema es que ellos no sabían que alguno no se tomaba sus pastillas.

Volvieron a observar a los dos menores. El castaño besaba dulcemente la frente de la pelinegra, mientras le cantaba una canción y ella se relajaba completamente en sus brazos. Por desgracia, aunque intentaran ver la escena, veían algo completamente distinto.

-Es raro- susurró Chan -y da miedo

-Bienvenido al mundo de los trastornos más difíciles de tratar, Channie

(...)

El viento soplaba suavemente y se llevaba las hojas de algunos árboles cercanos. Hacía frío, sí, pero era soportable para los pequeños que jugaban con los montones de hojas del jardín, siendo vigilados por tres jóvenes: una rubia de 14 años, un chico de mejillas regordetas de 15 años y otro chico, que tenía un gato en brazos, de 16 años. La rubia reía viendo a los tres pequeños jugar entre las hojas.

Sweet madnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora