Capítulo 5

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Los golpes insistentes en tu puerta te hicieron despertar de golpe y algo inquieta, la noche anterior había sido agitada, así que hacia poco que habías logrado conciliar el sueño, asomaste tu cara somnolienta por la puerta y te encontraste con un feliz y energético Tom Nook.

-Buenos días jovencita, ¿lista para un nuevo día de aventuras?-dijo el moreno rebosante de vitalidad.

-Eso creo señor Nook- respondiste tallándote los los ojos.

-El día de hoy tengo listos tres terrenos para instalar propiedades, te daré tres boletos de millas para que puedas viajar en busca de tres personas mas a las que les gustaría vivir la aventura en nuestra isla, y  ya que eres la portavoz vecinal, te asigno esta tarea- sonrió Tom mientras te extendía los boletos. -Bueno, me retiro-

Desde tu puerta observaste como Tom se alejaba, regresaste al interior de tu tienda y te recostaste de nuevo, aun tenias los boletos en las manos, los boletos que te dio el señor Nook, si, esos boletos azules, que se canjeaban en el aeródromo, abriste los ojos como platos, tener esos boletos implicaba viajar y viajar implicaba encontrarte cara a cara con tu adorado tormento, el cual, había causado en ti reacciones que nadie había causado antes o que tan siquiera llegaste a imaginar, no estabas segura de que fuera amor, amor era una palabra muy profunda para ti, tal vez solo era deseo, o capricho, pero un capricho o un deseo no te hacen perder los nervios cuando piensas en su cara o en sus manos. Trataste de poner tus pensamientos en orden, eran tres viajes que debías realizar, es decir, más de 5 horas al lado del hombre que te hacia sentir un cosquilleo inexplicable en tu estomago haciendo un solo gesto, no podías decepcionar a Tom, tenias que ir por esas personas, así que juntaste todo el valor que te quedaba y te comenzaste a prepara para la travesía, te cepillaste el cabello y tomaste una ducha larga para asentar tu cabeza, en tu armario solo había un par de shorts y dos camisas, una de ranita y una de color____ no querías llevar la de ranita, era algo infantil, aun así era la única camisa limpia que tenias, por lo tanto tenias que usarla si no querías oler a rayos al lado de Rodri, completaste tu look con un pantalón corto de exploración y las mismas botas de montaña que usaste el viaje pasado, saliste de casa algo intranquila, querías verlo, pero al mismo tiempo no, estabas en tu dilema interno cuando tropezaste con una roca, te levantaste algo adolorida, afortunadamente no te pasó nada grave, solamente tu rodilla estaba algo raspada, al levantar la mirada te topaste con unos bonitos tulipanes, ¿a Rodri le gustarían las flores? sin pensarlo mucho, tomaste una flor y la colocaste en tu cabello, te dirigiste al aeródromo, con una inexplicable felicidad. Al cruzar las puertas observaste con detenimiento el lugar, en el mostrador estaba Rodri con los codos apoyados y sentado por detrás del mostrador se encontraba Rafa, posiblemente el capitán y el chico eran hermanos, ambos eran guapos, Rafa era más dulce, tanto su apariencia como su carácter, no parecía mucho menor que Rodri, pero el mencionado desbordaba la madurez que le faltaba a Rafa, apenas pusiste un pie cerca del mostrador los dos chicos voltearon, Rafa te saludó con una sonrisa y agitando la mano, pero Rodri, Rodri levantó la vista y te miró de pies a cabeza, luego de eso, un sonrojo invadió sus mejillas y se retiró, ¿a caso estaba enojado? no, seguro era la estupida flor que te pusiste, sabias que seria ridiculo, o tal vez era la camisa infantil que traías, como sea, ¿a quien le importaba lo que pensara ese antipático? claramente a ti si te importaba, pero tu orgullo te obligaba a negarlo, avergonzada tomaste la flor que llevabas y la arrojaste a la papelera más cercana que tenias, caminaste hacia el mostrador y de manera fría colocaste el boleto en la mesa.

- Quiero ir de viaje- espetaste sin vacilar.

El pobre Rafa, algo confundido y temeroso realizó los tramites para poder llevarte a las islas cercanas, ingresaste al pasillo para llegar al muelle, al llegar observaste al peliazul rebuscando dentro de la parte trasera del hidroavión, te  acercaste sigilosa, pero pegaste un salto cuando el joven salió de ahí con una pequeña caja roja en las manos.

Mi capitán Donde viven las historias. Descúbrelo ahora