Capítulo Tres

375 68 27
                                    

Saint siguió a Perth por las escaleras. Sus ojos se apartaron del cuerpo ensangrentado en el suelo. 

Él no podía creer que Perth había matado a alguien justo delante de él. Eso le hacia preguntarse a Saint qué tipo de hombre era Perth. Solo parecía estar justo en un lugar donde había violencia.

Eso hizo temblar a Saint. 

Había violencia cuando vivía con Phurin, pero Saint siempre estuvo seguro de que Phurin no quería matarlo. Phurin lo necesitaba para que trabajara en los vehículos. Pero aquí, Saint no tenía un propósito. 

No había ninguna razón para mantenerlo vivo. 

— ¿Estás bien, Saint? 

Saint miró hacia arriba a Perth. No estaba muy seguro de cómo responder a eso. Técnicamente, si, él probablemente estaba bien. Se sentía asustado y sin saber qué iba a pasar.

Perth le había dicho que solo tenía que hacer lo que él le dijera y que estaría bien. Saint esperaba que eso significara que Perth no lo mataría. 

La vida de Saint no podía ser perfecta, pero no quería morir. Él sabía que lo mejor que podía hacer para asegurarse de su supervivencia era hacer exactamente lo que Perth le dijera que hiciera y nada más.

Tal vez eso es lo que significaba ser una mascota. 

— Estoy bien. — Saint respondió con cuidado. No quería hacer enojar a Perth. 

— ¿Tienes hambre? — Perth preguntó mientras se paraba frente a una puerta y la abría, entrando en ella.

Saint siguió a Perth por la habitación, mirando a su alrededor con cautela.

— Yo podría comer. — respondió.

El tamaño de la habitación sorprendió a Saint.

Era mucho más grande que el pequeño armario donde vivía. La sala principal lucía un gran sofá y un par de sillones acomodados delante de una chimenea que iba a lo largo de la pared.

Justo enfrente de la puerta había un par de puertas dobles. Justo detrás de ellas, Saint podía ver una barandilla de madera, por eso asumió que las puertas llevaban a un balcón.

A la izquierda había solo una puerta de madera. Saint se preguntó qué había más allá de esa puerta, pero tenía miedo de preguntar.

— Sigue y mira a tu alrededor si quieres, Saint. — Perth dijo mientras caminaba por la puerta y Saint lo miraba. — Esta es tu casa ahora. Tú también puedes andar por donde quieras.

Saint dudó por un momento, luego siguió a Perth a través de la única puerta. Su boca se abrió casi en el momento en que vio la enorme cama centrada en la pared del fondo.

Saint no estaba seguro de que alguna vez en su vida hubiera visto una cama tan grande. No tenía mucho sentido, aunque Perth fuera alto y necesitara una cama lo suficientemente grande como para acomodar su cuerpo.

Sin embargo, Saint estaba bastante seguro de que al menos cinco personas de su tamaño podrían caber en la cama y aún así tener espacio para moverse alrededor.

Aparte de la gran cama, Saint podía ver dos aparadores contra la pared, dos mesitas de noche a ambos lados de la cama, un sillón doble mullido que podría ser una cama para Saint solo, y una mesa sencilla con una silla.

Unas estanterías se alineaban en toda la pared detrás del escritorio. Saint brevemente se preguntó si Perth había leído alguno de los libros en las estanterías. El mismo Saint nunca había terminado la escuela. Había tenido que trabajar mucho en el garaje de Phurin que terminó por dejar la escuela.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 14, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LA MASCOTA DEL PROFESORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora