Es fácil olvidar que hay un corazón en tu pecho, y ella se lo recordaba todos los días.
Retumbaba
Fuerte, lo podía escuchar, y temía terriblemente que otros también lo escucharan. Quería arrancarlo de su pecho. Esa sensación nauseabunda, aquel recordatorio constante... Estoy vivo.
Eso era su presencia. Lo volvía loco. En la noches fantaseaba con torturarla, con hacerla sentir el mismo desasosiego que él sentía. Le cogía odio y luego...
No...
No...no...noNo era amor o deseo. Aunque su olor le erizaba la piel y en secreto soñaba con comerle la boca. ¿Cómo era aquello? Sí ni siquiera le hablaba. Ya no era un niño, ni hombre tampoco, pero su mente pervertida creaba cada fantasía.
¿Cómo ocultar aquello?
Su espalda sudaba y sus ojos revoloteaban entre su boca y su escote. Estaban solos.
Kana trabajaba con unas suturas simples en su abdomen. Sus manos suaves y frías, tentaban con cada roce. Ella se veía absorta en su trabajo y no notaba como con la mirada, aquel único ojo la devoraba.
No necesitaba verla, para sentir el palpitar y sus mejillas arder. Agradeció llevar su máscara. Aquel secreto, su palpitar, era más pesado, más pesado que el recuerdo de Óbito o Rin, pues de él no comprendía el sentimiento.
Encontró en el viejo Jiraiya un escape, un confidente que le entrego un gran tesoro.
Icha Icha
Un refugio para sus problemas, una respuesta a sus preguntas. No tendría a Kana, Pero el libro calma aquel bajo deseo, que bien no entendía.
Sin embargo Kana seguía allí, todos los días. Su silueta seducía cada sentido del peliplata, y cuando se llevará dificultaba respirar... Volvía el rostro a su lectura.
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Lo que el Sharingan nunca vio. |Jiraiya BookStore|
CasualeAmor, aquellos momentos especiales que marcaron a Kakashi.