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Si me preguntan, ¿cuál ha sido el mejor momento de mi vida? Sin chistar, respondería, que el haberte conocido, ambos éramos dos polos opuestos, tú, tú, eras un joven rebelde que siempre iba a contra corriente, jamás te permitías demostrar tus sentimientos, ni mucho menos que cualquiera se acercara a ti, siempre estabas a la defensiva, siendo demasiado directo e hiriente con cada uno de tus comentarios, en tus ojos azules, aquellos hermosos zafiros, podía ver un dejo de tristeza, ni siquiera sabía a ciencia cierta, cual era la razón, todo tú, eras un misterio... mientras que yo...yo podía ser parlanchina, despistada y soñadora, siempre metiéndome en problemas y siendo reprendida por medio mundo, era algo así como el dolor constante de cabeza de la tía abuela.

Conocernos en aquel barco, estaba ya predestinado, debo admitir que quede prendada de tus preciosos ojos, jamás había visto algo similar, cuando nuestras miradas se cruzaron en medio de toda esa bruma, pude sentir como una corriente recorría mi cuerpo, a tal punto de estremecerme. Jamás voy a olvidar lo insolente que te portaste conmigo, así como tampoco voy a olvidar tu risa cantarina. La vida siguió sorprendiéndonos cuando ambos fuimos matriculados en el mismo colegio, aun cuando yo intentaba acercarme a ti, tú siempre te escudabas en tu mal genio e insolencia, sé que pretendías alejarme, y aun cuando hacías todo lo humanamente posible por lograrlo, jamás pudiste conseguirlo. Ambos, aun siendo polos opuestos, éramos como un imán, entre más tú te alejabas, yo más me acercaba, hasta que llego un momento en el que no hubo marcha atrás, y ambos decidimos dar un gran paso, aquel que sería el que nos marcaria de por vida.

Ya he confesado, cual ha sido el mejor momento de mi vida... pero, jamás cual ha sido el recuerdo que tengo de ambos, que siempre atesoraré en mi corazón. Aun, con dolor, cierro mis ojos y empiezo a evocar aquellos momentos de colegio, momentos buenos, divertidos y malos, hasta que el recuerdo de nuestras últimas vacaciones de Escocia, se hacen presentes, nuestra primera cabalgata, aquella, en donde te encargaste de mostrarme lo bella que puede ser la vida, fue ahí donde pude dejar atrás el recuerdo de Anthony, a tal grado de que cuando hablo de él, lo hago con tanto cariño pues finalmente comprendí que su muerte no fue culpa mía, como tantas veces me hice creer. Con una sonrisa dibujada en mi rostro, recuerdo nuestro segundo baile, cerca del lago, en donde la música eran solo el trinar de los pájaros y el sonido de las hojas de los árboles revoloteando por el viento. Hasta que... el tacto de tus labios con los míos, aun se puede sentir, era tan ingenua, como para comprender lo que realmente sentíamos el uno por el otro, hasta que sucedió, aquello, la trampa de Eliza, el accidente de Susana, no puedo evitar llorar con amargura, por haberte dejado, por haber renunciado a ti, aun amándote, como hasta hoy lo sigo haciendo. Quisiera poder olvidar todo aquello que vivimos, quisiera olvidarte... pero me es imposible, ahora solo le pido a Dios nuestro señor, te cuide y que ilumine tu camino... Terry, tal vez algún día...

Esas habían sido las palabras que Candy, había logrado escribir en su diario, antes de que alguien llamara a su puerta, tras cerrar aquel pequeño cuadernillo forrado en piel y secarse las lágrimas, corrió a abrir la puerta, ante ella se encontraba un muy preocupado Albert, quien, al verla con la nariz enrojecida y la mirada apagada, solo se limitó a abrazarla, para hacerle saber que no estaba sola. Ya habían pasado seis años, seis años, desde aquella triste separación, y aun cuando intentaba mostrarse serena, no lo conseguía en su totalidad, pues aquellas personas que la conocían a la perfección sabían el dolor que ella intentaba ocultar. Albert, extrañaba a aquella jovencita impertinente y vivaz, ya había intentado dos veces que, entre su hija adoptiva y su mejor amigo, se rencontraran, pero todo había sido en vano. Ella seguía empecinada, en no buscarlo, cosa que, a él, le extrañaba a sobremanera y cuando intentaba indagar más, ella siempre lograba evadir el tema.

Tal vez algún día (minific)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora