Honey Lemon había insistido demasiado en ello, tanto que los pretextos que tenía poco a poco se fueron terminando.
"Tengo que hacer una entrega"
"Voy a comprar unas piezas para mi bicicleta"
"Hoy quedé de ir a comer con mi papá"
"Es día de limpieza"
"Hoy hace mucho calor, la verdad me da algo de pereza"
En serio debía admitir que su amiga podía ser muy paciente y persistente. De alguna otra forma nunca habría conseguido que ella la acompañara de compras un sábado completito.
Habían quedado de encontrarse a las once de la mañana. Con toda la intención de hacerse la víctima que estuvo esperando mucho tiempo ella llegó diez minutos antes. Pero Honey se le adelantó llegando antes que ella ¿desde cuando GoGo sentía que había llegado tarde a una reunión? Sin duda esa fue la primera vez.
Comenzaron a recorrer una pequeña plaza para ir tomando ritmo. La verdad es que ella pensaba en hacerse la incómoda para terminar con el asunto lo más pronto posible. Al menos esa era la intención. La primera parada fue una tienda de cosméticos, Honey Lemon estaba encantada con unos esmaltes para uñas que tenían brillos mientras ella observaba los delineadores. No es que en verdad le llamara la atención el estar comprando esas cosas, pero el que ella tenía estaba en sus últimos suspiros, era simplemente... necesario.
—GoGo, mira —dijo su acompañante mientras le mostraba unas sombras para ojos en el mostrador —¿no es ese el color de tu sombra que se perdió el otro día?
Gogo se tuvo que morder el labio por dentro para evitar un grito exaltado de la emoción. Hacía unas dos semanas un chico chocó con ella y su mochila había caído al suelo, dejando por todos lados su contenido. Lo único que se perdió ese día fue el pomo de su sombra de ojos. Bueno, un delineador que necesitaba y reponer la sombra que había perdido no contaban para catalogarla como una compradora compulsiva, al menos no hasta que vio un estuche de brochas en el aparador de la caja. Las suyas ya estaban algo viejas y maltratadas, además el estuche estaba increíble, aunque nunca lo diría en voz alta.
Después de que Honey Lemon pagara por sus diez esmaltes de uñas en diferentes tonos de rosas, se dirigieron a su siguiente objetivo. Una tienda de ropa de la que Honey Lemon se declaraba fan después de su propia boutique en línea.
Sinceramente GoGo no esperaba demasiado de aquel lugar, hasta que vio una chaqueta de cuero a la que simplemente no se pudo resistir. Salió del vestidor para poder apreciar mejor el cómo lucía esa chaqueta con un par de playeras de manga corta cuya textura era irresistible. Estaba frente al espejo mientras Honey Lemon le daba su opinión crítica cuando en el reflejo observó a lo lejos a un chico que pasaba por fuera del establecimiento.
Pero ese no era cualquier chico, era Kouji Yamamoto, al que Honey y ella cariñosamente se referían como "El Universal". No es que ese fuera su sobrenombre oficial en la escuela, pero es que sinceramente ese chico tenía que ser de gusto universal para que ambas lo consideraran atractivo, él era la prueba viviente de que los bishonen de los que Honey leía en sus mangas shoujo eran reales, así como los protagonistas de las pelis de acción que GoGo veía los sábados por la noche. Contrario a la opinión popular, él tenía un aire de rebeldía, pero con uno de los mejores promedios de su generación, dos años mas grande que la del par de amigas. Algunos pensarían que el muchacho era guapísimo, pero en realidad su fuerte eran su estilo y su actitud.
GoGo le hizo a Honey una seña con la mirada y ésta entendió el plan a la perfección.
—Todo te quedó perfecto, GoGo — le dijo terminando con sus observaciones previas —ve a pagar y yo veré por dónde se fue.
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Más que una heroína
FanfictionHay más en su vida que el amor por la velocidad y la goma de mascar. Además de ser una heroína que vela por la seguridad en la ciudad de San Fransokyo, GoGo Tomago es estudiante, hija y amiga.