Placer

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   Fue la gota que derramó el vaso, es una idiotez y lo peor es que lo sé pero... no sé. Quizá la acumulación de malas pasadas de esta semana, quizá el tanto callarlas como siempre dio malos resultados, quizá, sólo quizá sea porque no puedo estar bien, estoy destinada a ello. Sonará raro pero estando mal me siento bien, asimilé a tal punto el dolor que lo disfruto, no lo siento, es parte de mi vida cotidiana.

   No estoy segura de que me llevó al límite esta vez, dos muy malas semanas en las que sentía como las ganas de hacerlo crecían, una noche de mal dormir, una discusión más para la lista que nunca acaba, un mal día más, que soy débil, el sentir que al fin de cuentas me lo merezco, ¿por qué no me lo merecería? Sólo digo, en la vida todo pasa por algo y esto también pasa por algo, porque me tranquiliza, me da fuerzas, me deja seguir aguantando un poco más.

   ¿El motivo? Cualquiera de ellos, o todos, o ninguno, no me importa. Sólo quise hacerlo una vez más, lo necesitada y no pensaba. Enterre la aguja en mi mano, sintiendo como se calentaba el músculo alrededor de ella pero sin sentir dolor, más profundo y nada, más de lo mismo. La retiró y siento algo, similar a dolor pero no es la sombra del que quiero sentir. Repito lo que hice, esta vez a mayor velocidad, la sensación incrementa y saco en un abrir y cerrar de ojos el objeto punzante para enterrarlo una vez más. Ahora si llegó a esa sensación que buscaba, siento que me duele y la quito, no me conformo con ver ese pequeño triángulo, necesito algo más, ¿qué? Es la pregunta.

   Uno los puntos, como la actividad que tanto disfrutaba de chica, la vuelvo a hacer en la palma de mi mano en lugar del papel. Me satisface el resultado, dejó a un costado mi kit de emergencias y tono el alcohol. Suavemente, ayudada por un trozo de algodón, paso la sustancia por la herida sintiendo el ardor en ese pequeño triángulo que acababa de trazar. Es simplemente placentero. Cuando ya la herida comienza a cicatrizar no siento ni dolor, ni ardor, ni nada, sólo me levanto y vuelvo a la ducha a terminar de enjuagar mi largo cabello.

I'm fineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora