Desesperada

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La necesidad de arrancarme la piel lentamente me invade, quiero gritar mas no hay ruido que salga de mi boca, solo un ahogado llanto que ya no significa nada para mi. Derrame infinidad de lágrimas ya, tantas que ni recuerdo los motivos aunque siempre sean los mismos. Necesito silencio, quiero que se callen y no lo hacen. A lo lejos aún escucho todo, no sé si en verdad está pasando de nuevo o solo es mi mente jugándome una mala pasada. Me siento fuera de la realidad pero más consciente que nunca de lo que pasa a mi alrededor. Necesito sacarme esta sensación de encima. Lucho conmigo misma y sé que es en vano ,voy a perder otra batalla más y voy a terminar igual que siempre. Necesito hacer que pare, es un círculo vicioso que lentamente me destruye. No sé cuando ni como ocurre, ni siquiera lo siento, pero mis manos están enterradas en mis brazos al punto de que mis yemas ya son blancas. Es la peor de las sensaciones, saber que te estás haciendo un gran mal y a la vez no poder parar, sentir que lo necesitas, no sentir dolor aunque sea lo que más desees. Nuevamente la mano entre los dientes, la fuerza aumentando y yo sin sentir nada,nada más que un inmenso calor, la falta de aire, los latidos agitados de un corazón débil. Tengo que parar, sé que debo, que no es bueno que no me ayuda; pero se siente tan bien, tan natural incluso que no puedo. Es más fuerte que yo. Me rindo, a la sensación de no respirar, al latido que calla casi todo sonido externo, al calor abrasador de mi cuerpo, me rindo a ese mar de sensaciones que me atemorizan. Necesito que pare, como si todo estuviese metido en mi cabeza tomo con fuerza mi cabello y cincho desesperada. Parezco loca y tal vez lo esté pero necesito que el mundo se detenga, olvidarme de su existencia. Caigo rendida en el escritorio, ya sin fuerzas para siquiera llorar aunque las lágrimas sigan brotando una a una, siento el leve cosquilleo que me producen al abrirse paso en mis mejillas. Entonces la veo, tirada en el mismo lugar donde la dejé ayer una de mis caravanas preferidas. No. Sé que no debo, que no es bueno, estoy desesperada, necesito sacarme esto de encima o terminaré arrancándome la piel lentamente. Intento en vano hundirla en mi piel, la punta es recta no como la de mi antigua y fiel acompañante, la deslizo igualmente que como lo hice una y otra vez y veo una marca bordo a su paso. Me encanta. Es esa leve sensación de dolor que necesito para poco a poco volver a tierra. Trazo un zigzag de lineas y observo complacida mi obra, no sangra, apenas duele y logró su cometido. El corazón ya casi va a ritmos normales, las marcas de mis dientes comienzan a aparecer y me avergüenzo, me avergüenzo de haberlas hecho en un lugar tan visible. La piel enrojecida es la única que sigue cálida, el resto de mi ser es recorrido por escalofríos, uno tras otro y las tan esperadas nauseas. No vomito, nunca lo hago, aunque a veces quisiera. Mi cuerpo ya no tiembla, mi rostro revela toda la tristeza y el malestar que siento, las lágrimas no han dejado de salir. Me abrazo a mi misma y regulo mi respiración, ya liberé la tensión y ahora la cuenta regresiva hasta que todo vuelva a comenzar.


I'm fineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora