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—No entiendo, B—admitió Veronica suspirando.
A pesar que hace dos días se habían hecho amigas, ya se habían puesto un apodo.
—V, tienes que juntar estos dos y—Betty fue interrumpida:—¡Lo entendí!—chilló Veronica con una sonrisa.
Todo el café las miró—Creo que todos lo hemos escuchado—dijo divertida, esta miró su celular y se levantó al ver la hora—Demonios, debo irme—aseguró y miró a Veronica— Te veo el lunes en la universidad
—¡Gracias!—soltó Veronica .
Por otro lado, Reggie gritó—¡Bájate de arriba de la mesa!
—¿Cómo diablos se subió arriba de la mesa?—pregunto Fangs entrando rápidamente.
—Betty nos dijo que era un angelito.—habló Charles suspirando.
—Creo que se refería a un ángel caído—aclaró Sweet pea entrando.
La niña les sonrió y comenzó a saltar arriba de la mesa.
—Oigan ,¿qué ocurr—Jughead entró y vió a la niña saltar arriba de la mesa y a los cuatro chicos mirando a la niña—¡¿Qué diablos?!—preguntó avanzando hasta la niña
—Esa niña esta poseía por algún demonio—dijo Reggie señalándola.
—¡¿Y si alguno la bajaba de la mesa?!—soltó Jughead tomando a la niña para dejarla en el piso.
Solamente que esta rió a carcajadas mientras se levantaba.
—A ver a ver, en unas horas tendremos una fiesta, ¿eso va a seguir corriendo por la casa, en círculos como si estuviera invocando a satanás?—preguntó Archie señalando a Addison correr con su carrito de jugetes.
—Se irá en un rato—aseguró Charles—Creo.
Y fue un segundo donde un ruido se escuchó y un llanto lo acompañó. La pequeña se había caído de panza y todos los chicos gritaron a verla.
—Y ahí prendió la sirena nuevamente—suspiró Jughead.
—Ya pequeña, mira al tío Charles, no te has lastimado.—dijo arrodillándose frente a la niña, la cual soltó un chillido para llorar más fuerte.
—Oh cielos, ya no se puede estar aqui—soltó Brett para irse.
—Charles,¿puedes hacer que se calle?—gruño Archie para irse de ahí.
—Mamá—lloraba la niña en brazos de Charles.
—Oh, mira a Steve—dijo Reggie acercándose con el bebé de juguete hasta la niña, pero esta volvió a chillar mientras lloraba fuertemente.—Ya veo que no lo quieres.
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Una fraternidad, una rubia y una bebé
HumorElizabeth Cooper tenía tan solo veinte años cuando su madre murió, dejándola sola con su hija. La rubia la cuál no había podido entrar a la universidad, este año lo iba a hacer, pero no podría sola. Filtro| @ssol.codes