──────•❥❥❥•──────Unas dos semanas después, Jughead y Betty dejaron a Addison en su guardería, para volver al departamento.
—¿No quieres que vaya contigo al campus?—preguntó este mirándola.
Betty rió para mirarlo—No Jug, no es necesario.—puso una mano en su mejilla—Puedo ir por mi misma como lo he hecho toda mi vida.
Jughead se rió—Va, pero me gusta acompañarte.
—No, no lo harás. Tienes que trabajar.
—Ya pero es lo mismo. Son 10 minutos de diferencia, mi jefe no lo va a notar. Él solo le interesa cuanto avance, no en tiempo, si no en cantidad.
—Tú quieres acompañarme para tener todo en control.
—Si eso significa quedarme tranquilo sabiendo que llegaste a salvo, considerame un controlador.
Betty negó para colocarse su mochila y se acercó a él—Iré y cuando llegue te avisaré, ¿si?.—Jughead asintió y se besaron—Te avisaré cuando llegue. ¡Recuerda a Addison!
—Me has puesto una alarma en el celular—soltó Jughead mientras la rubia salía del departamento.
Este suspiró. ¿Y ahora que haría?. Se sentó a trabajar, y de verdad lo estaba haciendo. Habían pasado tres horas donde había estado sentado en el sofá trabajando, había hablado con su madre e inclusive había limpiado la cocina.
Sin embargo, en el momento que estaba sentado fijando su atención en el manuescrito que de verdad le parecía interesante, la puerta se abrió.
—¿Betty?—preguntó confundio mientras se levantaba rápidamente y se acercó a ella.
La rubia negó, pasando pálida.—Estoy bien, solo me siento jodidamente mal.
—Mierda, ¿Y por qué demonios no me llamastes para que vaya por ti?
—Porque creí que necesitaba aire—confesó mientras hacia una mueca.
—¿Quieres un médico?
La rubia negó—Iré a la ducha y a acostarme.
—Déjame ayudarte—pidió el chico.
—No Jughead, déjame—soltó con molestia para caminar hasta la ducha.
El chico abrió sus ojos ante el comportamiento de Betty y la dejó caminar hacia el baño. Este suspiró para caminar hasta la habitación y tomó ropa para la rubia. Golpeó la puerta del baño para al abrirla, ver a Betty sobre el retrete.
—¿Qué has comido?—preguntó.
—¡Nada!—gritó la rubia molesta mientras golpeaba el retrete—Es mi segundo año, Jughead.
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Una fraternidad, una rubia y una bebé
HumorElizabeth Cooper tenía tan solo veinte años cuando su madre murió, dejándola sola con su hija. La rubia la cuál no había podido entrar a la universidad, este año lo iba a hacer, pero no podría sola. Filtro| @ssol.codes