II. Mastodonte, Evan y el trapero viviente.

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-¡Kim, ven aquí ahora! -grité por el pasillo haciendo que algunos de mis compañeros de clase voltearan a verme con curiosidad.

¿Que uno no puede gritar y correr por los pasillos detrás de su amiga sin que la miren?

Corrí para alcanzar a Kim, quien ya no se veía por el tumulto de estudiantes que se había acumulado detrás de ella.

Bufé.

La necesitaba para irnos a la siguiente clase, y ella me dejó sola.

Caminé hacia recepción a buscar el horario de clases que me correspondía, pero para mi mala suerte, un paso antes de llegar choque contra algo duro y me caí de trasero al helado suelo.

Auch.

Eso dejará un moretón.

-Ten más cuidado, grandísimo imbe...-callé de golpe cuando me di cuenta de que era un jugador de rugby con el cual había chocado. Solo ví su camiseta del equipo, que deduje que era de la universidad.

Mierda, mierda y más mierda.

Esto solo me pasaba a mi y no llevaba ni 30 minutos en la universidad.

-¿Disculpa? -dijo el grandote observándome y alzando sus cejas mirándome confundido.

-¿Qué no escuchaste? Ahora, aparte de imbécil, sordo -dije iracunda.

No tenía muy buen carácter y menos ese día.

La resaca te vuelve violento (más violento de lo que uno ya es)

«¡Emily, contrólate joder!» dijo mi subconsciente intentando que saliera de la universidad en una sola pieza.

Él sonrió, dio media vuelta sacudiendo su cabeza y siguió su camino como si jamás hubiera pasado nada.

Seguí fulminando su ancha espalda hasta que lo perdí de vista.

Reí amargamente pensando que debería ser adivina y debería cobrar por dar presentimientos.

Saqué el celular de mi bolsillo para ver la hora.

08:07

¡Me cago en todo!

Tanto esfuerzo y tanto griterío por parte de Kim, para llegar tarde a clases, ya dentro de la universidad...

Mátenme.

-¡Hey! ¿Necesitas ayuda? ¡Ya es hora! No querrás llegar tarde a tu clase el primer día -habló un chico que estaba a centímetros de mi rostro mirándome curioso.

El chico estaba en cuclillas.

Yo aún seguía en el suelo.

Sentada en medio del pasillo de la universidad.

¿Qué demonios pasa conmigo?

Tomé la mano que me ofrecía el chico, -no recuerdo exactamente el momento en el que la extendió-. me paré de un salto y salí corriendo como si me persiguiera un demonio.

-¡Gracias, chico desconocido!

-¡Soy Evan! -gritó y fue lo último que escuché antes de doblar la esquina dirigiéndome a toda velocidad al aula.

Corrí por el largo pasillo y me detuve en la puerta que decía A-12, entré sin mirar quién era el profesor que estaba parado en frente de todos...

¡Error!

Mire el papel que tenía mi horario y comprobé lo que temía.

A-21.

Sueño de una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora