Sólo un mes

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Un rayo de sol que se filtra por la ventana me despierta. Me siento muy mareado, con nauseas. Lo primero que veo borrosamente es un techo blanco, luego comienzo a recorrer con la vista la sala. Solo hay dos sillas, otra camilla, un armario negro y una máquina. Poco a poco se me aclara la vista. La máquina comienza a hacer un pitido, que está conectada a mi pulgar mediante un cable y una especie de anillo.

Vi dos bultos sobre la bata que llevaba puesta. Recordé todo ¡Me había sometido a un tratamiento de cambio de sexo, extorsionado por Paz! En mi pecho ahora tenía dos discretos pezones; me toqué la cara, la sentí suave y más pequeña; mi oscuro cabello ahora era largo y ligeramente enrulado; mis brazos y manos eran delgados y delicados. Mis abdominales ya no están, ahora sólo veo un abdomen plano. Por debajo de mi cuello no veo rastro de pelo por ningún lado. Mis caderas se achicaron bastante, mis muslos ahora son más rellenos. Toco mi entrepierna pero no hay nada, mi pene ya no está. Trato de tranquilizarme, pensar en que sólo será un mes de mi vida. Luego retomaré mi vida normal, volveré a ser un hombre y seguiré acostándome con muchas mujeres.

En ese instante ingresó una médica, me preguntó cómo me sentía. Al responderle noté que mi voz ahora era mucho más suave y femenina. Me hizo pararme y caminar, según ella para ver si el cuerpo respondía adecuadamente. Noté que medía unos cuantos centímetros menos. Todo parecía bien. Me dijo que me siente, y que cuando me considere lista que ya podía irme, que ya estaba el proceso terminado.

-Una amiga tuya está esperándote, ¿le digo que pase? -dijo amablemente la médica.

-¿Tiene el pelo rosa no? -repliqué, sabiendo la respuesta.

-Si. Cualquier cosa, le decís que me llame.- Se retiró.

A los treinta segundos ingresó por la puerta Paz. Al verme lanzó un grito de alegría

-¡Ay Gaspi estás hermosa! No lo puedo creer, ¡mirá ese pelo! ¡Y esos pechos! Nah, terrible. Sos una bomba.

-Calmate Paz. No te encariñes que antes de que te des cuenta voy a volver a ser un chico.

-Me encanta tu voz, a ver decime algo más.

-Basta Paz. Me quiero ir de acá. Llévame a mi casa.

-Estoy tan contenta, siempre quise tener una amiga así de linda. Tomá, te traje esto para que te pongas. Esa bata no tiene estilo. -Me da un bolso y se queda mirándome-. Fijate que hay adentro, dale.

Abro el bolso y veo que hay ropa de mujer: 

Abro el bolso y veo que hay ropa de mujer: 

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-Paz, me estás bromeando ¿No? Ni sueñes que me pondré eso

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-Paz, me estás bromeando ¿No? Ni sueñes que me pondré eso.

-Si te lo vas a poner, yo te ayudo. No olvides que tenés que obedecerme en todo, linda. A partir de ahora no quiero que te niegues más a nada de lo que yo diga. Mis deseos son órdenes.

-Esto es muy de mujer -dije enojado.

-Vas a quedar muy linda con esto puesto. Sacate la bata, primero te ponés la tanga, es parecida a la que usaste el otro día, con el brasier te ayudo si querés.

Comencé a ponerme la ropa interior, luego el short, las zapatillas y finalmente la camiseta.

-Bueno, ahora el maquillaje Gaspi -dijo sonriendo mientras sacó de tu cartera un labial y esmalte rojo, y un delineador-. A ver Gaspi, quedaste hermosa. Vamos.

A medida que nos dirigíamos hacía la entrada, iba viendo el reflejo de mi nuevo cuerpo es los cristales. Odiaba vestir así, estar maquillado y con una tanga entre mis nalgas. Paz no dejaba de mirarme: "no puedo creer que antes hayas sido un hombre". Sólo es un mes, esto no va a afectar mi masculinidad. Sigo siendo interiormente un hombre y nada va a poder cambiar eso.

Al subir al auto, Paz me preguntó si algo me dolía, lo que contesté que no.

-¿Qué se siente no tener pene? Esta bueno ¿No?

-Callate Paz por favor.

-Ay estás muy negativa, será cuestión de que las hormonas femeninas empecen a hacer efecto.

Al dejarme en casa eran la una de la tarde, me dijo que a la noche iba a pasar a "visitarme". Subí hasta mi departamento rogando no encontrarme con nadie conocido, aunque para ser sinceros estaba irreconocible, no había nada que temer, pero igual tenía miedo. Abrí la puerta con la llave, lo que quiere decir que Alan no estaba. Fui directo al baño a quitarme el labial con una toalla, odiaba el sabor a frutilla en mi boca. Luego fui al mi habitación, me desnude y me miré al espejo. No podía creerlo. Mujer. Si, mujer. Mi pene ya no estaba, ahora tenía una vagina, dos pechos, una cintura delgada, unas nalgas redondas y el cabello largo. Sólo un mes, pensé, y vuelve todo a la normalidad. Me acosté en la cama boca arriba, porque mis pezones me molestaban, y me dormí casi al instante. 

La nueva vida: la historia de GasparDonde viven las historias. Descúbrelo ahora