Con Alan nos veíamos muy poco, casi siempre cuando llegaba yo iba a mi habitación. Sólo cenábamos juntos, debes en cuando, pero igual siempre le cocinaba. Sentía mucha vergüenza cada vez que él me miraba, hasta que poco a poco fui acostumbrándome. Empecé a ir al almacén por las mañanas para que él no tenga que hacer las compras, debía de estar muy cansado ya de estar trabajando el doble para reemplazarme. Trataba de cocinarle sus comidas favoritas, y si tenía ganas buscaba recetas nuevas en internet. Traba de tener limpia la casa, me encargaba de lavar su ropa y de cuidar sus plantas. Era lo menos que podía hacer por él.
Un domingo me levanté temprano, me puse un jean negro y un top azul. Comenzaba a gustarme la sensación de tener mi ombligo al aire. Me dirigí a la cocina y empecé a hacer el desayuno. En eso veo que Alan salió de su habitación en ropa interior y se dirigió al baño. En todo ese pequeño trayecto no pude quitarle los ojos de encima. Había algo en él que admiraba. Le serví un poco de té en una taza por si quería. Había galletas de chocolate, nuestras preferidas.
-Buen día... Ro -me dice al salir del baño.
-Buen dia Alan, ¿cómo dormiste?
-Creo que sigo un poco dormido. -Sonríe, mostrando sus dientes blancos.
-¿Querés té?
-Si por favor. -Tomó un sorbo-. Está un poco caliente. -Vuelve a sonreír. No dejo de mirar su sonrisa, su pelo, su cuerpo.
-Tené cuidado tonto -atino a decir.
-Mientras se enfría un poco me voy a cambiar.
Tomó una galleta y se fue a su habitación. Me quedé mirando por la ventana, la ciudad comenzaba a despertarse. Al ser domingo, el tráfico era mucho menor a comparación del resto de la semana. Veo un grupo de ciclistas pasar por la calle. Me voy vuelta y veo a Alan vistiendo una remera y un pantalón largo, con unas pantuflas.
-¿Qué hacemos? ¿Podríamos seguir viendo la serie que dejamos colgada? ¿No?
Con Paz no habíamos organizado nada para ese día, así que supongo que me lo dejó libre.
-Si dale, ya casi ni me acuerdo de que trataba ¿En qué habíamos quedado? -pregunto.
-Lo último fue cuando descubrieron que el alemán era un infiltrado.
-¡Ah sí! Ahí traigo la compu.
Nos quedamos viendo la serie toda la mañana y parte del mediodía. Por momentos mis ojos se desviaban en Alan, pero rápidamente volvía a prestar atención a la serie. Se lo veía muy concentrado. A las 14hs decidimos tomar una pausa para preparar el almuerzo. Comienzo a sentir unos dolores raros en el estómago. Me dirijo al baño y veo que en mi ropa interior hay sangre. Entro en caos, pero intento tranquilizarme. Ese maldito día acaba de llegar. Trato de recordar todo lo que Paz me había indicado para hacer en este momento. Salgo del baño y me dirijo a mi habitación, había dejado unas toallas femeninas en mi mueble. Regreso al baño y trato de colocármelas lo mejor posible. Le envió un mensaje a Paz avisándole que "ese día llego", pero que no se preocupe que estaba bien. Me lavo las manos y vuelvo a la cocina. Alan había empezado a cortar unas papas.
-Papas al horno, ¿te va? Podría hacer una de mis salsas picantes para untar.
-Si me encanta. Deja que te ayude un poco, empezá a hacer la salsa que yo me ocupo de las papas.
Disfrutaba de su compañía, era una sensación como de que todo estaría bien si él estaba cerca. Aunque claro, siempre viéndolo como un amigo. Mis gustos siguen por las mujeres. Si, ya sé que no tendría que aclararlo ¡Pero igual lo aclaro!
Mientras metía las papas en el horno, sentía como los dolores menstruales poco a poco se incrementaban. Por momentos sentía unas puntadas profundas que me sacaban el aire.
-¿Estás bien Ro? -me pregunta preocupado.
-Si estoy bien... Aunque no lo creas, estoy en "mis días".
Alan se queda sorprendido.
-No sé qué tendré para el dolor, esperá que me fijo en la caja de las pastillas.
-Está bien, no te preocupes. Paz me dejo pastillas para cuando este momento llegase. Estoy bien.
-Bueno, si necesitas algo decime. -me dice amablemente.
Volvimos al sillón a seguir viendo la serie acompañados de unas crocantes papas al horno, y al lado un pote con su deliciosa salsa picante. Allí nos quedamos casi toda la tarde. Por momentos los dolores eran muy agudos y no podía evitar expresarlo en mi rostro. Alan me veía preocupado. En un momento pone pausa y me dice que va al baño. Al regresar me dijo que me preparó la bañera con agua caliente, que vaya, que me iba a hacer bien. Tiene razón, es una muy buena idea. Voy al baño e ingreso en la bañera, el agua estaba ideal. Mi cuerpo comenzó a relajarse. No dejaba de pensar en lo fantástico que es Alan. Sabe todo, está atento siempre. Es tan lindo. Aunque claro, ya lo dije, es mi amigo. Lo veo como un amigo, que esté en un cuerpo de mujer no quiere decir nada. Que ridículo, nisiquiera tendría que estar aclarándolo. Escucho unos golpecitos en la puerta.
-¿Todo bien Ro?
-Si Alan, gracias. Esto es hermoso, me hace re bien.
-Bueno, mejor. Cualquier cosa llamame.
Nunca había notado lo linda que es su voz.
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La nueva vida: la historia de Gaspar
FantasíaA Gaspar no les interesan los sentimientos de las mujeres, ni serles fiel, ni sincero, sólo les interesa llevarlas a la cama. Su vida cambiará completamente cuando se reencuentra con una ex pareja que hará todo lo posible por cambiar su personalidad...