—¿De nuevo te vas a negar a comer?–Cuestioné al ver el plato intacto en la mesa de noche.
Alan no contestó ni me miró, como si ignorara que estuviera frente a él. Estaba tumbado de lado en la cama con la mirada en blanco, no podía descifrar qué estaba pensando cuando se ponía de esa manera.
Desde hacía unos cuantos días estaba así, en un estado deprimente. Sabía que la razón eran los juegos retorcidos en los que lo empujaba cada vez más a la desesperación e importancia.
Claro que habían momentos de resistencia y los insultos no faltaban, pero eventualmente dejaba de luchar cediendo a la dolorosa humillación. Así se resumieron los últimos días, era como una rutina a la cual rápidamente nos adaptamos. Aunque Alan se acostumbró y era consciente que esto iba a continuar, todavía se esforzó por luchar contra mi con tal de desahogar su ira y frustración.
Sin embargo, esto era algo que ya esperaba. Él estaba reviviendo sus traumas a través de mis grotescas acciones. Sí, tal vez era un maldito hijo de puta por usar sus puntos débiles a mi favor, pero no podía pensar otra cosa para lastimarlo lo suficiente hasta volverlo loco.
Incluso así, él todavía tenía algo de espíritu y resistía cada cosa que hacía, no dispuesto a perder. De cuál forma el resultado de todo esto eventualmente llegaría.
—Entonces... ¿Quieres que te obligue?— Pregunté burlón.
Un par de minutos después, Alan se incorporó con lentitud en la cama y sin voltear a verme se concentró en comer, de forma lenta.
Me senté en el borde de la cama y esperé, de vez en cuando mirándolo en silencio. Probablemente se sentía un tanto incómodo, pero no alzó la vista ni habló, todo el tiempo tratando de ignorarme.
Sólo comió hasta la mitad y colocó el plato nuevamente en la mesa de noche, se acostó otra vez pero dándome la espalda, tapándose hasta la cabeza. Una pequeña mueca se dibujó en mi rostro...
—Me parece muy tonto que me apliques la ley de hielo, Alan— Comenté con desaprobación.—Creo que me gusta más cuando me insultas.
Y su voz oyéndose entrecortada mientras escupía aquellas palabras cargadas de desprecio.
De hecho, últimamente me había acostumbrado a escuchar insultos y maldiciones salir de su boca, todas para mí.
Él se negaba de manera rotunda a dirigirme la palabra, ni siquiera hacer contacto visual. Y aunque en un principio lo entendí, también estaba cansado de su actitud.
—No tengo nada que decirte.— su voz me sacó de mis pensamientos y lo miro ligeramente sin saber qué expresión tiene.
Me crucé de brazos sin decir nada. Lo escuché soltar una risa suave y vacía, casi como un suspiro melancólico.
—Me tienes encerrado para torturarme y usarme, no hay nada que pueda hacer...— su murmullo amortiguado por la colcha— ¿Si te lo pidiera... me dejarías ir?
No pude evitar reírme en silencio. Agarrando la colcha en un puño; tiré de ella mientras me inclinaba con lentitud sobre él hasta que pude ver el rostro de Alan correctamente. Él me devolvió la mirada ceñudo.
—Si te dejara ir, no tendría sentido todo lo que he hecho hasta ahora para tenerte aquí.— Expliqué sonriendo algo divertido ante tal ocurrencia.
Alan apretó la mandíbula con fuerza y me empujó, tomándome por sorpresa sólo un momento. Su respiración irregular mostraba lo alterado que estaba.
—¡¿Porque tienes que estar tan obsesionado con el pasado?!— Gritó fuera de sí.
—¿No lo sabes ya?— respondí con calma, viéndolo perder la cordura.
Asintió violentamente.
—Así es. Hice tantas cosas horribles... pero tu no eres diferente Ian— murmuró con desprecio.—Eres una escoria mucho peor.
Sus manos quisieron empujarme nuevamente pero las atrapé en un movimiento rápido y furioso lo tumbé sobre la cama, aprisionado bajo mi cuerpo intentó soltarse sin éxito.
Solté una risa fría, acercando mi rostro a milímetros del suyo. Un rastro de pánico se vislumbró en su mirada por unos segundos.
—Por supuesto. Entonces, déjame mostrarte lo peor que puedo llegar a ser.
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Falso Amor (TA #2)
Ficción GeneralEl abandono y la traición de quien fue su primer y único amor lo han vuelto un ser cegado por el odio y la venganza. Buscando castigar a quien una vez amó, humillarlo hasta que pierda la razón y suplique su perdón... Esto es sólo el comienzo. °°°°°°...