Close as Strangers

8.

Junio, 2011.

Estaban comenzando las vacaciones de verano, Camira pensaba viajar con sus padres a L.A para estar unos días con su hermano. Le emocionaba la idea de verlos después de casi 7 meses. Le había comentado a sus amigos que se iría de la ciudad unos días, tal vez semanas y si sus papás la dejaban el mes entero de las vacaciones. Todos se negaban a dejarla ir, no tanto tiempo.

 -Pero no te puedes ir por tanto tiempo.-había exclamado Calum mientras se sentaba a la izquierda de Camira, se encontraban en un parque; el Sol estaba en su punto más alto, hacía que todo el parque luciera verde y frondoso, el cielo se encontraba totalmente despejado.

-Quiero ir a ver a mi hermano.

-Sí, eso lo sabemos pero, ¿por qué un mes?, no podremos celebrar tu cumpleaños 15. –había dicho Luke.

-Eso lo sé, pero entiéndanme chicos, no veo a mi hermano muy seguido y es una fecha importantísima para mi.

-Bien, lo entendemos.

-Gracias, sabía que podía contar con ustedes.

-Ogh, pero por favor no regreses con el acento americano.- insistió Calum

-¿Qué tiene el acento americano?

-Mucho, es horrible. Y tu acento está perfecto así.

Camira soltó una carcajada y le dijo que no se preocupara, que su acento australiano regresaría con ella.

 Los cuatro amigos se acostaron bajo la sombra de un árbol. Mientras tarareaban unas canciones, Camira era la única de ellos que no sabía cantar.

-Michelle se irá a París unos días con Samantha, y luego nos alcanzarán en L.A, ¿te parece la idea?- había dicho su padre mientras revisaba vuelos con destino a París en el celular.

-Claro- dijo Cam. -¿Cuántos días estarán en París?

-No te importa- contestó Sam bajando las escaleras.

-Samantha!- gritó Michelle. –Debes ser más educada con Camira.

-¿Y por qué yo? Es ella la que no me soporta.

-Sí, tienes razón y si por mi fuera me iría de esta casa, solo para no verte la cara de mierda que te cargas.

-¡CAMIRA!- Gritó su padre bajando el celular, su cara se había colorado, estaba furioso. –No te permito que vuelvas a usar ese lenguaje tan vulgar en mi casa.

-Pero papá…ella inició.

-Claro que no. –refunfuñó Sam.

-Tú cállate. –le ordenó su madre.

-Ambas me tienen harto, ¿por qué no se pueden llevar bien?

-Es ella papá, yo no. Ella me ha quitado todo. Por su maldita culpa, mi hermano se fue lejos, lejos de aquí, lejos de mí.

-No culpes a Samantha de los errores de tu hermano.

-Es que no fue su culpa papá- Camira comenzaba a alterarse, sabía que si no paraba, diría toda la verdad, y a ninguno le convendría. Quería callar, pero no podía. Samantha se había puesto a su lado, era mucho más alta que ella y más delgada, tiene nariz puntiaguda como la de Michelle, de perfil era toda su mamá. “Maldita genética francesa!” pensaba Camira cada que la veía.

-¿De qué hablas?

-De nada- contestó Sam, había colocado su mano atrás de la espalda de su hermanastra, le había pinchado para que se detuviera.