Capítulo 9

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Hola a todos, perdón la tardanza pero estos días he estado ocupada. 

Bien, hemos llegado a la parte final. Quiero agradecerles a todos por acompañarme en esta experiencia. Muchas gracias por el apoyo que le han dado a la historia. 

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Los rayos del sol entraban por la ventana cuando Merlín sintió un constante mordisqueo en la nariz y a sus oídos llegó un gorjeo persistente que le instaba a despertar.

– No. – Se quejó, y trató de cubrirse con las mantas, pero el ave no se dio por vencida –Aldan, no. Déjame dormir.

Después de varios minutos de insistencia, finalmente se desesperó y se levantó.

– Está bien, ya basta. Ya me levanté. – suspiró y se talló la cara. Se sentía cansada por la desvelada de anoche. Sin embargo cuando vio la hora se apresuró a lavarse y a bajar las escaleras. Escanor ya estaba abajo, por supuesto, pero le aseguró que él también se acabara de levantar.

– Buenos días, o mejor dicho tardes – se rió.- ¿Dormiste bien?

– Muy bien. Ya ni siquiera escucho la tormenta.

Escanor asintió.

– Se ha convertido en un ruido de fondo fácil de ignorar.

Esa mañana desayunaron en la cocina, y encendieron la televisión para ver si había más noticias acerca de la tormenta, pero no había nada nuevo. Quedarse dentro y mantener la calma. La electricidad regresaría pronto a las áreas donde aún no volvía y las líneas telefónicas se reestablecerían lo antes posible.

– Al parecer la tormenta no tiene planes de parar todavía – dijo Escanor en un tono tal vez demasiado alegre – ¿Qué quieres hacer hoy?

Merlín lo pensó un momento y pronto lo tuvo claro. Sonrió y estando a punto de darle su respuesta, titubeó un poco

– Me gustaría que... hicieras un dibujo para mí, si se puede.

Había pensado en pedirle un poema, tenía curiosidad. Pero no estaba segura de que tan buena idea sería. No obstante; desde que le había mencionado que sabía dibujar también había tenía deseos de pedirle uno. Incluso la noche anterior se había demorado un poco más en ir a dormir echándole un vistazo a los cuadernos que tenía sobre su escritorio. Muchos eran de dibujos y tenían de todo; máquinas, paisajes o bocetos de Rhitta.

– ¿Qué clase de dibujo? – preguntó sin poder disimular su sorpresa.

– Perdona, no pude resistirme y curioseé un poco en tu escritorio. – admitió – No los vi todos. No quería invadir tu privacidad, pero es que no me pude resistir. Tus dibujos son asombrosos, de verdad.

– Oh. Um, gracias. – dijo – Está bien, no me molesta que los hayas visto.

Siempre y cuando no hubiera visto el cuaderno que solía cargar en la mochila que se llevaba a la escuela. Ese cuaderno tenía varios poemas escritos sobre ella y también un par de dibujos. Pero todo parecía indicar que no había sido el caso.

– Así que... - continuó Merlín – me preguntaba si podrías dibujar a Aldan para mí.

Eso era fácil. Escanor sonrió.

– Desde luego.

Así pues, después de desayunar subieron a la habitación de Escanor y Merlín se sentó en la alfombra junto al librero. Aldan estaba en su antebrazo y se le subía al regazo queriendo tomar parte de los juegos.

El sol en medio de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora