Capitulo 4

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Abrí mis ojos, mi cabeza aún me dolía bastante. Intenté tocar mi cabeza, pero inmediatamente me di cuenta de que estaba atado a una cama. Miré a mi alrededor, tratando de entender qué sucedía. Grité pidiendo ayuda, pero nadie respondió. En ese momento, una voz infantil exclamó, "Mamá, el brujo despertó".

La habitación estaba a oscuras, solo iluminada por una vela que arrojaba una tenue luz sobre mi ubicación. Permanecía inmovilizado, con las manos y los pies atados. Luché por liberarme, pero los nudos eran extremadamente resistentes.

Entonces, vi a una figura mayor, una mujer con cabello blanco largo trenzado y una apariencia desgastada. Se acercó a mi cama con movimientos rápidos, a pesar de su avanzada edad, pero sus pasos eran acompañados por sus lamentos de dolor, quizás debido a alguna enfermedad en sus piernas. Su rostro, iluminado por la vela, tenía un aspecto tenebroso, similar al de una bruja de película de terror, aunque sin la piel verde ni las verrugas, pero indudablemente inquietante.

Preguntó: "¿Por qué estás aquí, brujo?"

Perplejo, respondí: "Perdón, no soy un brujo".

Entonces, una voz infantil volvió a hablar, esta vez junto a mi cabeza. Un niño de unos nueve años, vestido con harapos, sucio y desaliñado, me dijo que me habían visto conjurar a un monstruo gigante desde mi mano cuando me perseguía la policía. Quedé desconcertado, tratando de entender a qué se refería.

Intenté explicar: "Escuchen, no soy ningún brujo. Lo que vieron fue ciencia y tecnología avanzada, no magia".

Pero antes de que pudiera aclarar más, otro niño gritó, corriendo hacia la mujer y declarando que se había quedado ciego. Noté que sostenía mi navaja multiusos, la cual solo podía activarse con mi huella digital. Para evitar un uso no autorizado, activaba una luz LED intensa que momentáneamente cegaría a cualquiera que intentara usarla. Fue obvio que el niño había activado esta defensa sin querer.

Mientras la mujer intentaba entender lo que le había sucedido a su hijo, le aseguré que no había daño permanente y que, si me liberaban, podría ayudar a restaurar su vista. Aunque noté la mirada fría y desconfiada de la mujer, aceptó mi propuesta y me liberó. Me acerqué al niño que seguía llorando y simulé un examen de sus ojos, recordando las instrucciones de mi navaja. Luego, después de un minuto, le pedí que abriera los ojos lentamente. Como por arte de magia, recuperó la vista.

Todo era felicidad hasta que un hombre me agarró de los brazos y me sometió. Con la poca iluminación que había en la habitación, nunca vi a este sujeto acercarse a mí. Con gran velocidad y habilidad, logró someterme y colocarme boca abajo mientras me sostenía las manos por mi espalda. Con su rodilla en mi cuello, impedía que mi posición cambiara, a pesar de los esfuerzos que hacía por liberarme.

- ¿Qué les pasa? ¡Ayude al niño! - en eso escuché a la señora hablar y decirme.

- Tal vez no seas un brujo, pero la policía te estaba persiguiendo. No podemos confiar en ti.

- Por favor, yo solo quiero irme. No quiero molestar a nadie, solo quiero regresar a mi casa.

En ese momento, la señora dio una señal al hombre que me estaba sujetando. Este me levantó y me devolvió a la cama para atarme de nuevo. Mientras eso sucedía, noté que mi celular estaba en la mesa donde se encontraba la vela que alumbraba la habitación. Sin pensarlo dos veces, activé otra de las funciones de mi teléfono. Esta función era de seguridad y se activaba con comandos de voz. Así que grité: "¡ZMX me están asaltando!" Mi teléfono confirmó mi comando y comenzó a hacer ruidos de sirenas, tan agudos que, si estaban lo suficientemente cerca de él, eran capaces de aturdir a la gente. Con todos tapándose los oídos, tomé todas mis cosas y salí huyendo de allí.

Perdido en el TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora