Perdido en el Tiempo

Capitulo 5

Tras oír la fecha, mi mente y mi alma se nublaron. No podía creer lo que oía. Había llegado a mi casa, pero no era la época correcta.

-Perdone, ¿ha dicho 2005?-

-Así es, joven, y si me disculpa, debo irme ya. Mi hija y yo debemos asistir a nuestra revisión antes de que ella nazca.

-Espere, ¿ha dicho hija? Es imposible, se supone que usted tendría un niño.

-Mire, joven, no sé de qué locura se habrá escapado usted, pero definitivamente se ha equivocado en todo. No soy su madre, no estoy operada, como puede usted ver, y definitivamente no estoy esperando a un niño. Así que le voy a pedir amablemente que me deje seguir mi camino si no quiere que llame a la policía.

Mi mente no comprendía lo que oía. Quedé inmóvil, perplejo ante la situación.

María se acercó a mí y le susurró a mi mamá: "Una disculpa, señora, es que venimos de muy lejos, y usted se parece mucho a mi tía. Creo que mi primo se confundió." Sentí un golpe sutil pero fuerte en mi estómago, era María que me daba a entender que continuara con la historia. Asentí y me disculpé con mi mamá. Ella solo sonrió y nos deseó buen día, mientras se alejaba poco a poco por el pasillo. La perdí de vista cuando entró al ascensor del edificio.

María y yo salimos del edificio y nos dirigimos a una cafetería. Nos sentamos en una mesa cerca de la ventana. Recuerdo estar mirando la mesa mientras María trataba de llamar mi atención con su conversación. Yo solo veía sus labios moverse sin escuchar lo que decía.

Mi mundo se había destrozado en un solo segundo. Estaba en una época equivocada, y mi madre me había dicho que la persona que iba a nacer era una niña y no un niño. Entonces, ¿quién soy realmente? ¿Habrá sido un error? ¿Fui intercambiado? Todas esas preguntas recorrían mi mente hasta que sentí un dolor tremendo en mi cara que me hizo caer de mi silla.

En el suelo, levanté la vista y vi a María muy furiosa con la mano abierta. Ella me había dado una cachetada y, con enojo, me tomó de la camisa y me dijo: "¡Ya reacciona, carajo! No es el maldito fin del mundo. Lo que importa es recuperar la máquina."

La gente alrededor se nos quedó mirando con curiosidad y asombro mientras María seguía furiosa y yo en el suelo, con un lado de mi cara ruborizado por el golpe recibido.

-Tienes razón, María -contesté. -Me dejé llevar por mis sentimientos. Lo lamento.- María se acercó a mí, me tendió la mano para ayudarme a levantarme, la tomé y me puse en pie.

-Mira, pequeño "Gato Loco", aprovecha estos eventos para que, cuando llegues a casa, puedas preguntarle a tu mamá toda la verdad. Pero ahora no es el momento de pensar en eso; tenemos cosas más importantes que hacer.

María, con esa mirada dulce y su sonrisa pícara, me miró y acarició mi pelo. Sentí una sensación extraña en mi estómago, como si hubiera mariposas revoloteando. Pero un estruendo me sacó de mis pensamientos.

Se oyó una explosión, y la gente corría con pánico para tratar de refugiarse. La curiosidad fue más grande que el miedo, y María me acompañó afuera de la cafetería a observar lo que sucedía. Al salir del inmueble, logramos ver nuestra máquina aparecer y desaparecer mientras chocaba con todos los edificios a su alrededor.

Era un espectáculo de pánico, de la máquina salían chispas y rayos que se despedían hacia todas partes. Pude ver cómo varios de los rayos golpeaban a gente inocente mientras la máquina seguía flotando por los aires, girando y chocando con todo a su paso.

Recuerdo claramente cómo por un instante vi que la máquina se detuvo y apuntó hacia María y a mí, como si tuviera vida. No era la primera vez que sentía eso de aquel artefacto pero esta vez fue más vívido que las anteriores. Era como si nos mirara fijamente para después abalanzarse contra nosotros. María y yo salimos corriendo pero la máquina nos persiguió varias calles hasta que llegamos a una pared sin salida y poco antes de que la máquina nos impactara desapareció en una explosión de luz, colores y calor.