EL EJERCICIO

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JONATHAN

Hacía calor, mucho calor. Me desperté y estaba desnudo, intente recordar que había pasado. Ayer por la noche celebraba con mi esposa nuestro aniversario, si, por el momento todo bien. Pero no recuerdo como acabamos en un hotel de pacotilla y desnudos. Lo sé porque el cuarto donde me encuentro solo tiene una cama donde estoy un maldito televisor de mala gama frente de esta. Mi esposa esta durmiendo profundamente, curiosamente ya no me causa esa misma ráfaga de amor cuando la conocí, tal vez el amor si se acaba después de todo. Ella no puede tener hijos, solos somos ella y yo, y si, es muy aburrido después de 5 años. Muy aburrido abe aclarar, el sexo ya no es lo mismo, ya que conozco cada parte de su cuerpo y cada sonido, y la verdad me da aburrimiento incluso venirme. Ella es hermosa, no cabe duda. Es tan hermosa que hasta con sus coqueteos me engaña con el maldito jardinero que yo mismo pago. ¿Por qué sigo con ella? Porque yo también la engaño de vez en cuando con diferentes mujeres para poder salir de la monotonía. Es relajante, y ella lo sabe. He participado en muchas cosas con mujeres y algunas donde incluyen hombres, como orgias o tríos. Me gusta experimentar y nadie me puede juzgar, cada quien vive como se le da gana, y yo puedo porque soy adulto y tengo mucho dinero. Ser corredor de bolsa durante 10 años me ayuda mucho con mi estatus.

Miro la hora en el pequeño reloj que hay junto la cama en una mesita de noche y son apenas las 4:30. Bien. Tiempo de ir al gimnasio. Pago mucho por un gimnasio que queda cerca de donde yo trabajo, voy en coche hasta allá y después de salir solo compro un jugo de naranja en la misma cafetería de siempre. Me levanto y voy al baño, y juro por la madre tierra que esto no es un maldito baño, así que solo hago lo que tengo que hacer y salgo de ese maldito "baño". Quisiera saber cómo acabamos en este lugar tan asqueroso, no digo que ser pobre y vivir en lugar como este sea algo malo pero por eso trabaje tanto de lo que llevo de mi vida, para poderme dar lujos y querer lo que siempre quise en la vida. Me calzo con unas zapatillas de correr una sudadera y un pantalón de chanel perfecto para el ejercicio, nunca pensé que estaría tan agradecido con mi esposa Gabriela por decir que empacáramos unas mudas ropa por si acaso. Esa maldita lunática por fin hacia algo bien.

05:30. Una hora perfecta para haber llegado al gimnasio de no haber sido porque no sé dónde me encuentro. Salí del motel hace 10 minutos y pensé que reconocería la zona y entonces decidí ir a pie hasta al gimnasio, cabe aclarar que fue una muy mala decisión. A pesar de que no sé dónde estoy, no me preocupo demasiado, el motel era lo único de mal estado de esa calle, porque por donde paso hay unos edificios preciosos y una florería, y una tienda donde se supone que venden baratijas de segunda mano. Veo que hay una dirección en un poste que dice que me encuentro en la calle de San Luis (un nombre poco común) y entonces lo recuerdo. Después de cenar con Gabriela, decidimos que hace mucho no hacíamos algo loco, así que tomamos un avión a San Luis, en el avión tomamos demasiado vino y después fuimos a un casino muy elegante que me costó una mierda, y de ahí todo se nubla (tengo que mejorar mis habito de beber). A pesar de que solo estamos a una hora y media de New York, me siento muy satisfecho. Sigo mi rumbo, el cual no es rumbo, estoy perdido pero por alguna razón no me preocupo, tal vez se deba a los años.

Llego a un parque muy lindo, hay personas trotando y caminando y otras jugando con sus mascotas, siempre he querido tener un perro pero Gabriela es alérgica y pues sí, es una mierda desear algo y no poderlo tener. Acelero mi paso y me encuentro con una flor muy peculiar, es simplemente llamativa, llama mucho la atención, me atrae. Me acerco a toarla pero en ese instante un chico me toma de mano y detiene lo planeado. Miro con confusión al muchacho, debe estar entre los veinte tantos, ojos azules como zafiros, una melena oscura, su cuerpo es musculoso pero de buena forma, pero si lo miro bien, parece débil, es....lindo. Mierda ¿Qué acabo de decir?

-¿Qué te pasa?- digo en gruñido, odio que me toquen sin mi consentimiento- suéltame maldito idiota

-Lo siento, señor-dice el muchacho- pero acabo de evitar de que sufra de calambres todo el día- dice y me señala un letrero que está justo arriba de las platas

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