Capitulo 5 "La sonrisa empalagosa y el reencuentro"

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Desperté, en mi cama, como cualquier otro día, pero había algo raro, y no era una lagaña monstruosamente grande. Ayer había habido una fiesta, de la cual recordaba muy poco. Tenía todo el maquillaje corrido, estaba sucia, pero en pijamas, creo que no me los puse yo. Me levanté, sin querer hacerlo, agarré mi celular, no tenía batería. Agarré mi cargador también y una muda de ropa. Me encerré en la ducha y obviamente me bañé. Una vez ya seca tomé el celular y abrí todos los mensajes que tenía.

"Camila, me voy a la casa de Yamila, voy a volver tarde, no te preocupes." Mamá.

"Eu, llegaste a tu casa? Estás bien? Si podes, respóndeme" Ashley

Les respondí a ambas, aunque seguí hablando con Ash.

"Estoy bien, vine sola hasta mi casa?"

"No, creo que te llevó Thomas o Bellamy, no me acuerdo mucho, nena"

"Está bien, yo tampoco, andá a descansar, nos vemos mañana"

"Dale <3"

Me vestí, y cuando estaba por abrir la puerta azul del baño, escucho un ruido que, parecía, venía de la cocina. Marqué aunque no llamé al 911 en mi celular, agarré un cepillo y abrí la puerta lentamente tratando de no hacer ningún sonido. Bajé también lento, de puntitas, y vi unas valijas en el living. No voy admitir ni negar que por un segundo pensé que un asesino iba a vivir en mi casa, pero no lo reconsideré. Una vez ya en la planta baja, veo, caminar por el pasillo que conecta la puerta principal con la sala, a una baja rubia de ojos verdes. No pasaron ni dos minutos que yo ya estaba arriba de ella y rodeándola con mis brazos sobre su cuello. Podía oler el perfume de jazmín que le había regalado la abuela hace mucho, aunque solo lo usaba en ocasiones especiales. Ella ya estaba acá, por alguna razón desconocida, después de casi dos años sin vernos.

-¿Cómo estás? ¿Qué hacés acá? No lo digo mal pero no es normal que estés acá, ¿Entendés? ¿Pasó algo? ¿Estás enferma? ¿Te vas a morir? ¡Por eso te dejaron salir de esa cárcel de la que no salís ni en Navidad!- Digo casi sin respirar de la emoción, ella se carcajeó.

-Estoy bien, papá me dejó estar con ustedes, porque viaja mucho y dice que ya estoy grande para seguir en ese colegio de señoritas- Ella separó el abrazo aunque me volvió a abrazar unos segundos después.

-Estás más rubia que antes, Scar, hasta tenés más tetas-

-Vos tenés el pelo mojado y el maquillaje todo corrido- Dice riéndose mientras deja las cosas en el suelo y se sienta en el sillón, poniendo detrás de sus hombros.

-Perdón, la señorita que siempre va arreglada-Digo de modo chistoso para sentarme con ella.

Mi tío y su ex esposa se habían separado hace unos años, aunque juntos tomaron la decisión de meter a Scarlet, su hija, en un internado, más que nada porque los dos viajaban mucho por trabajo. Pero ella estaba acá, iba a vivir conmigo.

Ella y yo nos llevábamos muy bien de chicas, el problema empezó cuando fue a ese colegio, no las dejaban tener un celular o computadora, así que casi no nos comunicamos; significa alguien muy importante para mí, estuvo en momentos en los que nadie lo hizo, me permitió abrirme.

Durante una hora y media estuvimos hablando de sus experiencias allí, de las pocas mías acá y cosas triviales y bobas pero entretenidas, aunque después se fue a bañar, le dije que no se preocupara, que iba a salir un rato pero que iba a volver relativamente rápido. Le pregunté a Ashley si sabía dónde quedaba la casa de Thomas y me encaminé hacia ahí. La verdad es que no quedaba tan lejos de la mía, apenas tres cuadras.

Admito que dudé si tocar o no como unas cinco veces, hasta que, sin haberlo hecho, un chico de apariencia conocida abre le puerta, era Andy.

-Hola, ¿Cómo estás?-

-Hola, estoy bien gracias por preguntar, ¿Está Thomas?- Respondo nerviosa

-Sí, yo ya me estoy yendo pero le digo a mi hermano que bajé, pasá.

Se corrió de la puerta y me dejó entrar. Tenían una hermosa sala de tonos marrones, menos lo sillones que eran blancos. A la derecha de la entrada había una isla y, detrás de ella, la cocina. A la izquierda había un hogar con libros encima y de frente un juego de sillones con una escalera atrás de ellos.

Le pegó un grito a Thomas para que bajara. Me dijo que me sentara si quería, pero que se tenía que ir. No tenía ni la más pálida idea que eran hermanos, ni se parecían. Después de unos minutos, un muchacho de cabellos mojados y tez clara baja en bóxer por la escalera detrás de mí. No tardó mucho en avergonzarse al verme a mí, lo cual resultó bastante tierno, sus mejillas se ruborizaron bastante, casi como un tomate.

-Hola... em Perdón, me voy a cambiar, enseguida vuelvo- Dijo tapándose y subiendo las escaleras, que había bajado hace menos de treinta segundos, de dos en dos. Aparentemente los hermanos White llevaban prisa hoy.

Aburrida, me levanté del sillón y me acerqué a ver los libros de tapa dura arriba del hogar; parecían viejos, hasta tenían páginas amarillas. Poe, Whitman, Shakespeare, en resumen, clásicos. Habían algunos con dedicatorias, como Romeo y Julieta, que decía: "Para que brilles como Julieta y opaques a la envidiosa Luna", lo cual era algo hermoso de leer si eras fanático del primer encuentro en el balcón de Julieta. También había un portarretratos, parecían felices; había dos niños y una niña, además de una pareja besándose, eran ambas extremadamente atractivas, una rubia y la otra morocha, al igual que la niña que aparentaba tener no más de seis años. Thomas y Andy estaban parados a los extremos de la foto, quienes parecían tener, no solo 9 años, sino unas sonrisas anchísimas. Toqué con la yema de mis dedos el portarretrato de plata y la foto, era hermosa, se notaba a leguas que se amaban, ni siquiera necesitaban posar. A veces, solo a veces, extrañaba sentirme feliz con mi familia más íntima, con la que siempre ocurrían conflictos, conflictos que terminaban por desgastar su relación con ellos. Tan concentrada estaba que no me di cuenta que Thomas había bajado hasta que lo sentí atrás mío, mirando por sobre mi hombro, casi con su respiración en mi cuello.

-Es una muy linda foto, ¿ellas son tus mamás?- Pregunté, aunque más por la necesidad de sacar alguna palabra de mi boca en su presencia que por la de saber. Él asintió apoyando su mentón en mi hombro, aunque instantáneamente lo sacó, su movimiento generó que una gota de agua cayera y lo vi de frente. Llevaba una camisa azul y jeans negros, aunque seguía descalzo y con el pelo mojado. Sonrió, a lo mejor por compromiso, no sabría explicarlo. Y siguió sonriendo, que maldita sonrisa. Era como si le iluminara el rostro, hasta sus ojos brillaban el triple cuando lo hacía, era un espectáculo digno de apreciar en primera fila.

-Quería venir a pedirte disculpas por lo de la fiesta, y darte las gracias por llevarme a mi casa, hasta tuviste el detalle de ponerme el piyama, de verdad...

-Está bien, no te preocupes, no tenés qué agradecer, pero no fui yo quien te puso el piyama, es decir, Bell y yo habíamos ido en su auto y volveríamos en él, así que cuando le dije que estabas mal, nos dirigimos directo ahí, aunque Ashley nos pidió si podíamos llevar a Grace. Primero fuimos a tu casa, pero Grace se sentía mal, con ganas de vomitar, así que me quedé con ella, Bellamy te llevó, él entró con vos- Dijo poniendo una mano en su cabello.

No sabía qué pensar, jamás hubiera creído que fuera mínimamente amable, creo que tampoco esa palabra entraba en su diccionario, y sin embargo hizo todo eso, también supongo que lo haría por cualquiera, lo cual me extraño incluso más.

--No importa, gracias -- dije de corazón y mirándole a los ojos, creo que me detuve unos diez segundos haciéndolo hasta que rió nervioso, si una sonrisa me mataba, tan solo imaginemos lo linda que sonaba su voz grave entrecortada, no me podía mantener en pie de la ternura –Lamento no haber avisado, tengo que ir a mostrarle a mi prima el barrio, para que no se sienta tan perdida –

-Si querés las ayudo, no conoces totalmente el lugar, a lo mejor les doy una mano.

-Sí, gracias.

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⏰ Última actualización: Dec 01, 2017 ⏰

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La Difícil Tarea Del Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora