Lo aprendí de ti

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Hinata se movía con rapidez y elegancia de un lado al otro, ordenando y clasificando la pila de papeles que había en aquella enorme oficina de colores neutros, casi a una velocidad inhumana, pero con los meses se había acostumbrado y ahora podría hacerlo incluso con los ojos cerrados.

Como siempre había entrado media hora antes para tenerlo todo listo cuando su jefe llegase. Como secretaria personal de Uchiha Sasuke, futuro presiente de las empresas Uchiha ella se encargaba de supervisar todos sus planes y proyectos, darles el visto bueno, presentárselos de una manera ordenada y ver que todo estuviera en el orden correcto y a la perfección. Además de atender su agenda y cualquier cosa que el azabache pudiera pedirle.

Su jefe era una persona muy exigente, por lo que no se podía permitir tener ningún tipo de error. Y en parte entendía porque actuaba así. El pelinegro estaba constantemente bajo la supervisión de su padre, quien parecía que buscaba el más mínimo fallo para recriminárselo, a pesar de ser un hombre muy capaz y de la élite. Por eso sabía que no debía cometer errores, o estaría fuera de la empresa en menos de lo que canta un gallo. Y en el mejor de los casos, aunque no la despidiera, ya que era buena en su trabajo, él mismo se lo había dicho, seguro que recibiría una penalización, por lo que su sueldo se vería notoriamente afectado.

Debía ir con pies de plomo y ser la mejor en todo y dar muy buenos resultados para que no hubiera quejas. Después de todo se lo advirtieron el día de su contratación, hace medio año atrás.

"La corporación Uchiha solo acepta la perfección, un fallo significa una suspensión" le había dicho el entrevistador.

Lanzó un pequeño suspiro, que rápido había pasado el tiempo, la verdad es que no había estado muy segura de que la aceptaran, ya que se encontraba en la mitad de su último año, cuando aún no tenía la titulación, pero gracias a la recomendación de Anko y Kakashi-sensei la habían aceptado sin problemas.

Aún recordaba su primer día de trabajo, había estado muy nerviosa, más cuando se enteró de quien sería su jefe, no esperaba trabajar tan rápido para alguien tan importante en influente como lo era Uchiha Sasuke.

Sasuke era muy conocido en todo Japón, pero no solamente porque era uno de los empresarios más jóvenes y capacitados en el ámbito empresarial, sino también por su sexy apariencia y gran carisma, que hacía que las masas lo siguieran con tan solo unas palabras, siendo considera el soltero más cotizado de todo el país.

El reloj dio las ocho y como si se tratase de una puerta automática estas se abrieron, como cada día y la silueta del morocho se hizo presente, apartando todos los pensamientos que la chica tenía segundo atrás.

—Buenos días, Uchiha-san—saludó la peliazul lo más profesional que pudo, inclinándose educadamente. —Para hoy tiene una reunión con el comité de preparación para el próximo evento de nuestro nuevo producto—citó ella, explicándoles con todos los detalles la lista de tareas que tenían para hoy.

—¿Está la lista de los patrocinadores? —preguntó haciendo que la chica asintiera.

—Se lo he dejado en cima de su mesa junto a su café—pronunció ella.

Así comenzó otro exigente día de trabajo, que pasó bastante rápido a causa de la multitud de tareas y reuniones que tenían para ese día.

—Buen trabajo, Uchiha-san—dijo haciendo otra reverencia cuando hubieron acabado la última junta. —Lo veré mañana—expresó ya levantándose y volviéndose a inclinar, pero más ligeramente. Mientras que el pelinegro solo asentía con la cabeza, ya dispuesto a marcharse.

La ojiluna lo miraba mientras se iba, lanzando un suspiro cuando no lo tuvo delante. A veces era demasiado agotador estar frente a él y tratar de no dar señales de su extremo nerviosismo cuando se acercaban de más. El hombre era endemoniadamente sexy, y sus hormonas y cuerpo lo sabía, con un solo roce muchas veces alborotaba su corazón y fantaseaba con algo más que un simple roce de hombros.

Historias cortas y Oneshots (Sasuhina) [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora