segunda estación

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◜allen◝

Era temprano para ir a casa.

Por más que estuviera agotado de sus actividades del día y extrañara su cama, sabía todo lo que tenía que pasar antes de llegar a poner un pie en su habitación; como era habitual, la puesta de sol acompañaba la decaída de su humor, dejándolo en ceros cuando no había un solo rayo de luz en el cielo.

Se preguntaba si llegaría el día en que se sintiera feliz de llegar a algún lugar, al que fuera, pero que disfrutara estar por ahí, que se sintiera cómodo, que se sintiera libre.

ㅡ¡Tenemos equipo completo! ㅡcomentó su mejor amiga cuando llegó a su lado, sacándolo de sus pensamientos.

La sonrisa de Mina le transmitía calma, lo hacía desconectarse del mundo por un momento y, a veces, consideraba que no todo era tan malo. Admiraba la felicidad que había en ella, la seguridad, incluso la emoción de llegar a su casa. Claro, tal vez era porque había alguien que esperara por ella.

ㅡ¿Convenciste a alguien? Creí que solo ibas a revisar que Park no estuviera desmayado o muerto... ㅡdijo frunciendo sus labios, a la vez que ayudaba a su amiga con su mochila.

Ambos comenzaron a caminar a la salida, cerrando un poco sus ojos por la claridad de los últimos rayos del sol.

ㅡAh, sí, sigue vivo. Y le comenté sobre el debate, ¡aceptó! ¿No es una buena noticia?

Para ella, hasta eso era una buena noticia.

ㅡSupongo que sí.

Después de todo, él también era parte del equipo, así que era un beneficio para ambos.

Como era rutina, caminaron hasta la estación de tren; Mina se encargaba de aligerar el ambiente que rodeaba a Allen para el final del día, él lo agradecía, pero a la vez lamentaba que su amiga tuviera que esforzarse tanto. Y es que no era difícil hacerlo sonreír, desde lo más pequeño hasta lo más bobo ponía una sonrisa en el rostro del chico, cualquiera lo podría ver, pero solo ella se daba cuenta que el sentimiento no duraba mucho, a pesar de que Allen nunca lo dijo.

ㅡ¿Quieres venir a cenar a mi casa? ㅡpreguntó Mina apretando sus labios, intentando sonreír y moviendo sus cejas. ㅡMamá dijo que tenía una buena cena hoy, es el cumpleaños de mi papá, podemos tener invitados ㅡsugirió recargando su cabeza en el brazo con el que se sostenía para no caer en el bus, esperando una respuesta de su amigo.

ㅡCreo que esta vez paso, esperaré a la fiesta comunitaria del fin de semana, creo que sería mejor si fuera solo familiar por hoy.

ㅡBah, estoy segura de que mi hermano llevará a uno de sus amigos, por eso te invitaba, pero tú te lo pierdes ㅡse encogió de hombros, la sonrisa no dejando su rostroㅡ. Y este es mi destino, nos vemos mañana, Allen, ten una linda noche.

Era rutina. Era un buen momento. Quería conservar la sonrisa tanto como su amiga lo hacía, pero su humor se volvía amargo por las siguientes tres paradas que pasaba solo, esperando que hasta un gato se atravesara en el camino y parara el tráfico, solo un segundo más afuera era todo lo que necesitaba. Cuando su parada llegó, esperó a que bajaran todas las personas antes que él, bajó con calma y caminó lentamente por dos bloques hasta llegar a un mini super, donde perdía varios minutos vagando entre pasillos.

El pasillo de dulces era su favorito. Sin embargo, no le agradaba mucho el azúcar; era solo que veía a las personas disfrutar de ellos desde que era niño, pero nunca había tenido la oportunidad de probarlos aún a su edad. Los empaques eran lindos, coloridos, llamativos, agradables de ver. Entre ellos estaba el favorito de Mina, así que tomó un paquete para llevárselo al día siguiente, seguramente estaría feliz por ello.

Compró un par de cosas que no necesitaba, algunas bebidas que tardarían semanas en su nevera hasta que recordara que las había adquirido cuando llevaba más; había encontrado incluso un bobo colgante de pollito que almacenaría por mucho tiempo. Con todo ello llegó a la caja, donde lo atendía el mismo chico de siempre.

Allen no era entrometido, solo era observador. No era la primera vez que veía al chico de la caja con moretones en el rostro cuando le decía buenas noches, ni con sus manos maltratadas cuando le entregaba las cosas; solo lo notaba, más no decía nada porque no era su lugar.

El cajero, como siempre, le deseó una buena noche después de pasar la tarjeta de Allen y regresarla, diciéndole que volviera pronto.

Hay quienes lo pasan peor.

Siempre se repetía eso después de ver al cajero. No le gustaba hacerlo, porque no conocía la realidad detrás de esos moretones, pero el frecuentar tanto la tienda lo hacía unir piezas que no quería. Esos pensamientos siempre los dejaba atrás, donde debía, cuando pasaba un bloque más, después de eso el chico del mini super quedaba en el olvido y Allen solo contaba los pasos a casa.

Para el final de la noche, solo había una luz encendida en el frente de la puerta. No estaba el auto, como era habitual, y eso le quitaba cierto peso de encima, pero volvía la culpa cuando se sentía tranquilo de estar solo.

Sin encender las luces al entrar, se dirigió a su habitación sin ninguna dificultad. Una vez dentro, comenzó a acomodar las cosas que había comprado, empezando por el llavero de pollito.

Era lindo y pequeño, le gustaba mucho como para regalarlo, entonces decidió quedárselo. Al abrir su armario se encontró con una repisa llena de juguetes y recuerdos de los lugares que había visitado, le alegraba ver todo eso de vez en cuando; el llavero encontró su lugar al lado de un pez globo de goma, quedaban bien juntos. Sin más que hacer, cerró el armario y las figuras desaparecieron de sus ojos. Procedió a guardar las bebidas compradas en una pequeña nevera que tenía al lado de su cama, suspirando al ver que, efectivamente, había otras sin consumir. Tomó una de ellas y se dirigió a su escritorio, decidiendo hacer un poco de su tarea.

En medio del estudio, su celular vibró y una foto de Mina celebrando a su papá llegó a su pantalla, la familia entera estaba posando para la foto con un gorrito de fiesta, grandes sonrisas en sus rostros, tanto que contagiaron una para Allen.

También había quienes la pasaban mejor.

Vagón 9「Cravity」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora