tercera estación

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◜woobin◝

Todo lo que pedía era un día tranquilo.

No le gustaba ser una persona conflictiva, al contrario, se mantenía alejado de los problemas, a pesar de que su mejor amigo era uno andante, pero ese no era su problema y lo quería, no lo negaba.

Su motivación para salir de casa era no estar todo el día escuchando gritos y palabras hirientes, por eso mismo se escondía en la universidad tanto como podía; desde estar en la biblioteca a las 6:50 A.M. hasta las 8 que iniciaba su clase, a comer de 4 a 5 en la cafetería, aún cuando la comida no era lo mejor a lo que podía acceder, terminando nuevamente en la biblioteca después de alargar sus horas de estudio en lo máximo posible.

Sin embargo, siempre llegaban las 7:30 P.M. y eso significaba hora de volver a casa a cumplir con sus obligaciones, pero de vez en cuando le gustaba pensar que llegaría el momento en el que no tuviera que temer de esa hora, que solo serían números, en algún futuro no tendría que salir corriendo con preocupación pasara ni un minuto más. Algún día viviría mejor.

ㅡTe ves decaído otra vez ㅡcomentó la bibliotecaria, una amable mujer de unos treinta y tantos que se dedicaba a ordenar los libros y mantener el orden en el área. Normalmente veía a Woobin desde que las puertas se abrían, a veces estudiando, a veces dormitando, pues de todas formas era muy temprano para estar por ahí. ㅡ¿Pasa algo malo?

La señora Kim lo había recibido bien entre esos libros. Llevaban conociéndose unos meses, y ella era perspicaz, no tuvieron que pasar más de un par de semanas para que se diera cuenta que no todo marchaba bien en la vida del chico, aún si este no dijera nada, pero sabía que había una razón para que estuviera siempre a primera hora y no era precisamente su amor a los libros, ya que rara vez los tocaba, y si lo hacía se trataba de "Alemán para dummies", algo muy lejos de la carrera que el chico le contó que estudiaba.

ㅡLo normal ㅡrespondió Woobin una vez más, suspirando y dejando el libro en la mesa.

Entre el sonido de las páginas cerrándose poco a poco, la bibliotecaria suspiró y dejó los libros de sus brazos en la mesa, corriendo una silla al lado del chico y analizándolo con una mirada de preocupación. Cercana la hora del cierre, y en el rincón donde el chico se refugiaba, no solía haber mucha gente alrededor, por lo que nadie le reclamaría si tomaba un descanso.

ㅡNo debería de ser normal, Woobin, ya hemos hablado.

Lo habían hecho.

Encontraba un consuelo en que alguien escuchara sus problemas de vez en cuando, que entendiera y le brindara un poco de confort así no dijera mucho; no era algo que quisiera que sus amigos más cercanos se enteraran, ni tampoco algo que le gustaría que entrometieran; por eso hablar con la mujer a la que solo le decía "buen día" de vez en cuando y no tenía relación directa con las personad alrededor le daba un poco de confianza, no la suficiente para soltarse a llorar si así lo quisiera, pero confianza en cierto nivel al final. Poco a poco iba contando, y poco a poco era escuchado; a veces recibía consejos, otras solo una palmadita en la espalda que la mujer quisiera acompañar con un "todo estará bien", quería un poco de esperanza pero no falsas ilusiones.

ㅡNo hay mucho que pueda hacer al respecto, ¿sabe? Supongo que es la vida que me tocó vivir, algo mal habré hecho en otra ㅡcomentó soltando una risa que era cualquier cosa menos sincera. Era una burla para sí mismo.

Había cosas que no estaban en su control, lo sabía perfectamente, sus posibilidades no eran suficientes para acabar con ese problema.

ㅡPuedes contar conmigo ㅡaseguró ella con una pequeña sonrisa, y la forma en la que extendió su mano para apretar la de Woobin lo tomó por sorpresaㅡ. Eres un buen chico, mereces vivir feliz, espero que llegue tu momento.

Ese gesto le hizo sentir que tenía a alguien.

Y no pudo dejar de pensar en eso hasta las 8:14 P.M. cuando se encontraba detrás del mostrador del mini super de su familia, cubriendo el último turno de la noche.

Recargado contra la caja registradora, terminaba un cuestionario que tenía de tarea, mientras disfrutaba de la paz que le daba la suave canción de fondo. Para esa hora eran pocos quienes pasaban a comprar algo, normalmente había más clientes hasta pasadas las 10, como aquél chico que siempre pasaba y comproba las cosas más bizarras que encontraba por los pasillos. Pero Woobin no era nadie para juzgar, igualmente era beneficiado por esas compras sin sentido.

Contra todo pronóstico, la hora de cierre llegó y el chico no apareció; quizá había reflexionado sobre sus compras o se había quedado sin dinero.

Woobin guardó su tarea con cuidado, procediendo a cerrar la puerta de entrada para poder ir a dormir por fin. Justo cuando estaba por colocar el cartel de cerrado, alguien en la ventana tocó tres veces y su mejor amigo le sonreía apenado, llegando bajo la luz del letrero del local y dejando ver que estaba empapado por una bebida rosa. Malteada tal vez.

No podía dejarlo así, entonces se aseguró de que nadie de su familia estuviera cerca para dejar entrar a su amigo que se veía agotado. Con una sonrisa apenada, el chico entró y se dejó caer en el suelo contra en mostrador, recargando su cabeza en ahí.

ㅡUn día de estos espero tener más suerte ㅡcomentó el chico pasándose una mano por el cabelloㅡ. No puedo llegar así a casa, ¿crees que puedas ayudarme?

ㅡSi no haces mucho ruido podremos salir de esta, asegúrate de no dejar entrar a nadie, iré a conseguirte ropa.

Con cuidado pasó hacia la parte trasera del super, el cual conectaba con su casa. Pasó con cuidado entre las habitaciones para llegar a la suya y buscar algo que le sirviera al otro, intentó ser lo más discreto posible y triunfó, nadie se dio cuenta que había pasado dos veces por el mismo pasillo ni que la puerta del local seguía abierta a pesar de ser medianoche. Probablemente la discusión dentro de casa era más alarmante que el meter a su amigo a esas horas a cambiarse entre los pasillos de galletas y pan; debía apurarse a sacarlo de ahí antes de que supieran que no había cumplido a tiempo.

Cuando el otro estuvo listo, hizo la última compra del día en forma de agradecimiento, llevándose un paquete de galletas y una leche chocolatada para el camino. Se despidió con una sonrisa y Woobin por fin pudo cerrar la puerta.

ㅡ¿Quién acaba de salir?

Tal vez el querer un día tranquilo era mucho pedir cuando sus alrededores no se lo permitían.

Vagón 9「Cravity」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora