quinta estación

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◜wonjin◝

No le agradaba la idea de tener tanta responsabilidad sobre sus hombros.

Desde su infancia, recuerda que estaba atado a lo que su madre le encargaba como "su deber", su misión como le gustaba decirle. Y en un principio no parecía tan malo, a sus 10 años él creía que se le confiaba una gran responsabilidad que cumpliría a como diera lugar. Era divertido, lo llenaba de orgullo, o lo fue por un tiempo hasta que todo se fue abajo.

Cuando llegó a la escuela media y sus amigos lo invitaban a sus fiestas de cumpleaños, se frustraba por no poder asistir. No podía invitar a sus amigos a la casa, ni tampoco visitarlos, no podía hacer muchas cosas porque tenía un deber. Y ese deber lo molestaba de vez en cuando. A veces, le hubiera gustado tener un poco de libertad para vivir como los niños de su edificio, quienes siempre tenían acordados días para jugar con sus amigos, o simplemente para salir a jugar por ellos mismos, a pasar por sus mascotas, a hacer algo solos.

Ahora, nueve años después, se seguía sintiendo de la misma forma. Con la vida de estudiante saturandolo hasta el límite, no le quedaba mucho tiempo para convivir con sus compañeros de clase. Siempre era él quien se retiraba temprano, o quien no asistía para reunirse con los demás en un trabajo en equipo, mandaba su parte por correo, felicitaciones para sus amigos en fiestas también; y nadie comprendía eso, los llegaba a irritar si acaso, pero él no debía explicaciones tampoco, así que nunca las daba.

ㅡ¡Ham Wonjin! ㅡgritaron a sus espaldas, al final de clases, cuando estaba a punto de ir a casa. Reconocía esa voz, era el irritante presidente del comité estudiantil. ㅡNi un paso más, tengo que hablar contigo.

Si bien no tenía amigos, sí tenía personas que le disgustaban, uno de ellos era ese chico.

ㅡ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, presidente? ㅡcuestionó aburrido dándose media vueltaㅡ. Si es así, dime ya que tengo algunos pendientes.

La hora en el reloj de su celular lo hacía sentir presionado, no tenía mucho tiempo para regalarle al arrogante chico de segundo año. Además, ¿por qué se dirigía así a él? ¡El presidente era menor! No podía ir hablándole como si fueran amigos.

ㅡNecesito tu confirmación para entrar al Comité, eres vicepresidente.

ㅡYa avisé que no quiero y no voy a formar parte de eso, deberán buscar un sustituto. Ahora, si me disculpas...

Dio media vuelta retomando su camino, dando por terminada la conversación una vez más. Todo el comité había insistido demasiado en que se integrara, pero él no veía su lugar ahí más allá de tener buenas calificaciones, no sabría que hacer.

Siguió su camino observando la hora, por suerte no habían pasado más de unos minutos, así que cuando llegó a la academia, vio a los niños pequeños salir de uno por uno. Se acercó directamente a las escaleras de la entrada, donde una pequeña niña miraba con fastidio a los niños escandalosos que pasaban por su lado. No había visto al chico todavía, así que este fue a recargarse contra el muro que se encontraba al lado.

ㅡSi los sigues viendo así, creerán que no te agradan ㅡmurmuró Wonjin, lo que provocó que la niña diera un salto en su lugar y se girara a verloㅡ. ¿Tienes esa cara de antipática todo el día?

ㅡSolo cuando te veo ㅡrespondió frunciendo el ceño, levantando su mochila del suelo y caminando hacia Wonjin para tomar su mano y tirar de él en dirección a casaㅡ. No me gusta cuando son ruidosos, me recuerdan a ti.

ㅡHey, pero yo soy lo mejor que te ha pasado, ¿no es bueno recordarme?

ㅡNo cuando son ruidosos ㅡrepitió ella, suspirando al balancearse por la aceraㅡ. Y llegaste tarde.

ㅡLlegué a tiempo... Mira ㅡextendió el celular hacia ellaㅡ. 20:35 y ya vamos en camino.

ㅡ¿Qué hora son las veinte?

ㅡLas ocho de la noche.

ㅡ¿Y por qué no dice las ocho?

ㅡPara diferenciarse de las ocho de la mañana.

ㅡNo entiendo.

Y él no sabía explicar. Por lo que cambió el tema rápidamente mientras caminaban a casa, cuando estuvieron cerca de su edificio, pararon a hacer unas compras rápidas para la cena y siguieron en lo suyo. Wonjin no era el mejor en la cocina, pero su hermanita apreciaba lo que fuese que él le hiciera mientras se tratara de una de sus peticiones. Ese día quería macarrones con queso, y no resultó muy bien. Al final le había faltado una pizca de sal, pero la niña no era muy exigente con ello y solo se sentó a comer en silencio mientras veían televisión juntos.

A las 10:00 la pequeña se fue a dormir, a lo que Wonjin quedó solo en la cocina terminando sus tareas en espera de su otra hermana. Ese día había doblado turno, supuso, pues no apareció hasta pasada la media noche.

Wonjin se quiso reír de ella al verla cubierta de malteada de fresa, como le ocurría seguido por ser torpe, pero por la cara que ese día tenía se dio cuenta de que no había sido su culpa.

ㅡ¿Y ahora qué te pasó?

Su hermana suspiró, lanzando con odio su bolso al sofá.

ㅡBobos tipos universitarios, tú sabes ㅡgruñó pasando directamente a la nevera para tomar un poco de jugoㅡ. Espero que nunca seas de esos.

ㅡ¿Un tipo universitario? Bueno, si quieres no aplico para la escuela...

ㅡNo me refiero a eso, tienes que estudiar ㅡgruñó la mayor dándole un golpe en la cabeza, sonriendo cuando lo escuchó quejarseㅡ. ¿A qué hora se durmió Jiwon?

ㅡA las diez, como siempre. Terminó sus tareas ㅡinformó bostzando, su hermana le sonrió un poco.

ㅡVoy a quitarme esta porquería de encima y después a dormir, no te quedes hasta muy tarde ¿sí? ㅡella se acercó de nuevo a él y acarició donde antes lo había golpeado y dejó un sobre en la mesaㅡ. Por cierto, dejaron esto en la puerta, es para ti. Buenas noches, Wonie, descansa.

El cansancio en su voz era evidente, así que Wonjin no la retuvo más. Si él se sentía presionado por tener que cuidar de su hermana menor todo el día, no se imaginaba lo que era para Hyewon el tener que trabajar todo el día por los tres. Al menos se tenían a ellos mismos, no necesitaban nada más, ¿cierto?

Con cuidado revisó el sobre que su hermana le dejó, y gruñó molesto al ver el interior. Una carta del rector de la escuela que le informaba que no podía abandonar el cargo de vicepresidente, uno que él ni siquiera había buscado. Y se molestó aún más cuando entendió quien había dejado en su puerta eso; el presidente del comité vivía en su edificio, por supuesto que había sido él.

Wonjin se recostó en la mesa, maldiciendo al presidente y la nueva carga de responsabilidad que le habían asignado.

Vagón 9「Cravity」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora