En la entrada de la casa estaba el cadáver de Aldruce en el suelo, había fallado, había roto mí promesa. Sin muchas vueltas corrí hacia la habitación de Aldruce, allí era donde estaba el interruptor de la barrera. La apagué rápidamente y me dirigí hacía el cuarto secreto donde estaban todos.
- ¿Están todos bien? – pregunté apenas abrí la puerta.
- Aries se fue – respondió Meiko.
Junto a todos los chicos nos pusimos a buscarlo hasta que Budget los encontró malheridos en el patio. Esa escena era de lo más desagradable, la sangre por todos lados, el brazo de Aries mutilado y la pierna de Amanda quemada hasta casi la cadera. Un sudor frío recorría lentamente mí espalda, mis piernas temblaban, era poco creíble pensar que todo esto fue culpa de un niño.
Comencé a vomitar el asco y a llorar del dolor. Habíamos perdido más de lo que pudiéramos imaginar. Mí pecho se cerraba y sentía como me hiperventilaba lentamente, trate de toser pero solo salían unos pétalos. Pétalos marchitos de color marrón que se deshacían fácilmente.
- Este no es momento para perder el control, es momento para levantarse y resurgir – me dije y con el poco aire que me quedaba me levanté.
Punto de vista de Aries
Desperté en un lugar extraño, estaba sobre una camilla de hospital y conectado a una especie de máquina. A mí lado estaba Amanda, del susto trate de levantarme de golpe pero una chica me detuvo.
- Por favor cálmate estuviste en coma por dos meses – dijo ella.
- ¿Donde estoy? ¿ Que está pasando? – estaba alterado y asustado. Todo a mí alrededor era incomprensible.
- Todo está bien Aries cálmate- dijo una voz conocida.
Era Minerva pero parecía algo cambiada, se veía más adulta. Ella me contó que luego de lo sucedido en nuestro hogar, Roy tomó el control de la ciudadela por lo que tuvimos que huir de la ciudad. Estábamos en un hospital abandonado al cual llamaron “Orfanato Aldruce Cleverfield”
- ¿Donde esta el viejo? – pregunté aún algo atónito por todo.
- No es importante, ahora procura descansar ese brazo aún se está calibrando- dijo ella evadiendo mí pregunta.
Había recordado que mí brazo fue destrozado en la pelea. En su lugar tenía una extraña pero familiar pieza mecánica que respondía como si fuese real.
- Meiko fue muy valiente al donar sus partes para ustedes- dijo Minerva antes de irse.
ESTÁS LEYENDO
Rebelión de primavera
Ficção Adolescentesegunda temporada/tomo continuación de Fiebre de las Flores