Punto de vista de Roy
- Felicidades muchacho, has destruido a esos rebeldes incompetentes- había dicho la anciana.
Ella era un obstáculo en mi camino hacia el dominio, era la titiritera, ella movía los hilos según su conveniencia. Si quería ser libre debía deshacerme de ella. Como todos los días, me dirigía hacia el árbol en el patio para recordar a mi verdadero amor.
- Sé que no eres capaz de perdonarme, pero prometo estar junto a ti por siempre… Connie-
Dejé unas flores que había recogido de camino a aquí, fui interrumpido por Mamá quien estaba atrás de mí.
- ¿El amor es confuso no lo crees? –dijo ella–. El amor es precioso, sientes como tu vínculo con esa persona especial se hace cada vez más fuerte y sientes que la vida es perfecta. El perder alguien que amas es un dolor muy fuerte, que ni el tiempo puede olvidar, pero hay que seguir adelante-
Luego de su discurso, procedió a también dejar unas lindas flores blancas.
- Ah y por cierto, la madre superior te invitó a cenar esta noche. No faltes-
Luego de eso Mamá se retiró. Ese era el momento perfecto, mataría a la anciana en nuestra cena. Tenía que pensar un plan perfecto. ¿Veneno? Sí, esa era la mejor opción. Apenas el reloj marcó las nueve, entré al comedor, llevaba puesto un traje negro y una camisa blanca. Una larga mesa rectangular adornaba el centro de la habitación bajo la luz de un candelabro de techo y una vista preciosa desde el lado derecho de la habitación.
La cena fue de lo más normal, nadie sospechaba nada pero era difícil acercarse a ella con tantos guardias. Un movimiento en falso y me reuniría con Connie pero no de buen modo. En un movimiento sorpresivo, la anciana ordenó a todos sus guardaespaldas que se retiraran para hablar a solas.
- Roy, hoy voy a morir. Sé que hay gente que conspira contra mí y lo entiendo, quiero que sepas una cosa... ¿Eso te va a satisfacer?–dijo ella–.¿Crees que tanto poder, tanta “libertad” te va a servir de algo? Nunca serás libre de verdad, me perteneces, y si no es a mí, a alguien más. Eres un ser insaciable.
No la soportaba, cada palabra que salía de su boca me hacía sentir menos consciente de mí mismo, sentía que iba a cometer una locura en cualquier momento. Me acerqué hacia ella y me puse a su lado. Por debajo de mi traje saqué un arma. Sonó un disparo, el cuerpo de la anciana cayó sobre la mesa con un agujero en el medio de su frente, pero… yo apuntaba a su corazón.
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Rebelión de primavera
Genç Kurgusegunda temporada/tomo continuación de Fiebre de las Flores